UNA MIRADA SIN INTOLERANCIAS NI DOGMATISMOS SOBRE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS
Cómo identificar una secta (fragmentos )
Capítulo uno
POLÉMICAS Y EXTREMISMO RELIGIOSO
INTRODUCCIÓN
En 1978, la opinión pública mundial fue sacudida por el reporte del suicidio colectivo de 914 personas en Jonestown, Guyana. Todos eran seguidores del reverendo Jim Jones, quien también se autoinmoló. Desde entonces se ha observado una mayor frecuencia de acontecimientos de este tipo o parecidos.
En marzo de 1993, más de 80 personas se suicidaron junto con David Koresh, en Waco, Texas, por motivos religiosos (Gaustad, 1993:629). En 1994, el grupo esotérico La Orden del Templo Solar sorprendió a los analistas sociorreligiosos al efectuar varios suicidios diferidos en Suiza y Francia. Todos los participantes eran seguidores del homeópata europeo Luc Jouret. Cuarenta y ocho murieron en el primero de los sucesos y otros más posteriormente.
En el mes de noviembre de ese mismo año, las autoridades de Ucrania impidieron el suicidio colectivo de los seguidores de Marina Tsvygun, quien afirmaba ser la reencarnación de Cristo. Fueron arrestadas 779 personas en Kiev. El culto tenía en ese entonces 150 mil seguidores en la ex Unión Soviética y se llama La Fraternidad Blanca.
TERROR RELIGIOSO
El 20 de marzo de 1995, en Tokio, Japón, Shoko Asahara ordenó a sus seguidores de la secta La Verdad Suprema, colocar bombas con gas sarín neurotóxico en el sistema de transporte del metro. El resultado: más de cinco mil intoxicados y doce personas muertas. Seis semanas más tarde, los mismos adeptos de La Verdad Suprema (Aum Shinrikyo en japonés) perpetraron un nuevo atentado terrorista en otra estación. Afortunadamente, hubo un retraso en el mecanismo de la bomba y ésta pudo ser desactivada a tiempo. De no haber sucedido esto, la mezcla de cianuro e hidrógeno que contenía el artefacto explosivo hubiera privado de la vida en minutos a aproximadamente 20 mil usuarios del tren subterráneo.
Los anteriores, son ejemplos claros de lo que son y hacen algunas sectas destructivas extremistas a nivel internacional, las cuales han llamado la atención de especialistas y medios de comunicación por igual. Sin embargo, a pesar de su popularidad, representan tan sólo la punta del iceberg. Solamente en la Unión Americana algunos analistas calculan que existen tres mil grupos que pueden ser clasificados como sectas destructivas (Hassan, 1997). Cabe señalar que no todas tienen la capacidad para provocar actos masivos de terrorismo como los que realizó La Verdad Suprema, o propósitos de inducir suicidios colectivos como lo hizo Jim Jones. Hoy por hoy, la violación, el abuso sexual de menores, el daño patrimonial a través del fraude organizado y la inducción de distintas enfermedades mentales son algunas de las prácticas más comunes en que día a día incurren cientos de grupos religiosos y pseudo científicos que forman parte de una nueva patología social.
LA NECESIDAD DE UN MARCO DE CONCIENTIZACIÓN PARA LA SOCIEDAD
Dicha problemática, que según todos lo indicadores confiables llegó para quedarse y tiende a crecer y a volverse más compleja, hace necesario tener un marco de clasificación y metodología de análisis para concientizar adecuadamente a la sociedad acerca de la existencia de esta innegable realidad. El conocer las diferentes definiciones que se manejan en este campo evitará que la sociedad, especialmente los medios de comunicación, los líderes de opinión, y académicos poco familiarizados con el tema, caigan en el extremo de catalogar ligeramente como secta a cualquier agrupación, generando a su alrededor un clima de intolerancia, rechazo y hostilidad.
Esto debe ser especialmente tomado en cuenta, ya que tradicionalmente la palabra secta tiene una connotación peyorativa en el sentido de herejía ideológica o heterodoxia doctrinal (esto según la perspectiva de una u otra mayoría religiosa y dependiendo del país que se trate). Sin embargo, la carga semántica negativa de la palabra secta no sólo se ha hecho más fuerte, sino cualitativamente distinta, a partir de 1978, año en que ocurrió el ya citado suicidio colectivo encabezado por Jim Jones, en Guyana. Desde entonces, la opinión pública mundial comenzó a percibir el significado de la palabra secta como una agrupación antisocial, siniestra, de conducta fanática y peligrosa. Es pues así, que hoy en día el concepto de secta trae a la memoria de millones de personas, no sólo la noción de disidencia religiosa doctrinal, tampoco el concepto más neutral de facción, sino, sobre todo, y conforme pasa el tiempo, la idea anteriormente descrita.
¿MINORÍAS RELIGIOSAS O SECTAS?
En este contexto, el calificar como secta a un grupo social conlleva una responsabilidad ética importante, responsabilidad que no se puede descargar pertinentemente sin un marco analítico correcto, ni repitiendo acríticamente los epítetos y nombres que otros dicen sin entender realmente de lo que se habla. En otras palabras, ¿por qué clasificar, o llamar sectarias a unas organizaciones sí y a otras no? ¿Porque lo dice la mayoría? ¿Porque se les llama así en la televisión o en la radio? ¿Porque lo dice el cura, el pastor, el intelectual de moda, o una u otra institución que estudia el campo sociorreligioso?
El periodista, el analista, el profesionista, el padre de familia que llama secta a un grupo simplemente porque oyó a alguien más clasificarlo así, no sólo actúa en forma irresponsable y poco ética, sino que se convierte, en ocasiones, en títere de intereses oscuros, en cómplice pasivo, quizás, de antagonismos religiosos cuya profundidad no conoce, o de los intentos de estructuras de poder por monopolizar las conciencias a través de la descalificación a priori de otras opciones de espiritualidad.
El periodista, el analista, el profesionista, el padre de familia que llama secta a un grupo simplemente porque oyó a alguien más clasificarlo así, no sólo actúa en forma irresponsable y poco ética, sino que se convierte, en ocasiones, en títere de intereses oscuros, en cómplice pasivo, quizás, de antagonismos religiosos cuya profundidad no conoce, o de los intentos de estructuras de poder por monopolizar las conciencias a través de la descalificación a priori de otras opciones de espiritualidad.
¿NUEVOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS?
Otro extremo en el que se evitará caer al tener un conocimiento preciso de las definiciones en este campo, es el de intentar eliminar del lenguaje común el término secta, o en su caso autocensurarse en cuanto a su uso. Hoy en día, algunas corrientes ideológicas proponen precisamente esto, y demandan que se utilice exclusivamente el término Nuevos Movimientos Religiosos para referirse a cualesquiera organizaciones minoritarias, independientemente de que constituyan o no un peligro verificable para la sociedad .
PREOCUPACIÓN POR LA INTOLERANCIA
Algunos de los proponentes de la eliminación del término secta del lenguaje académico y de los medios de comunicación, se hallan preocupados por encontrar un término neutral, que no implique juicios de valor sobre las creencias de uno u otro grupo, ya que esto puede estigmatizarlos socialmente. La preocupación es ciertamente loable, ya que religiones mayoritarias en diferentes partes del mundo, utilizan como arma la palabra secta para descalificar por igual a minorías religiosas de toda índole, por el sólo hecho de no conformarse a los dogmas populares o de las religiones de Estado. Esto sucede hoy, por ejemplo, en países islámicos, y ocurrió antaño en Inglaterra cuando la Iglesia oficial, la Anglicana, persiguió a los cuáqueros.
El abuso en el uso del término secta, ciertamente puede crear un clima de desconfianza, difamación y hasta de agresión en contra de personas que pertenecen a minorías religiosas. Más adelante se detallarán otras consecuencias.
Sin embargo, y por más noble que sea la intención, los líderes de opinión, especialmente algunos sociólogos, que pugnan, a veces histéricamente, porque se elimine la palabra secta del ámbito de las clasificaciones, cometen en sus planteamientos, errores elementales.
Primeramente, pasan por alto que, aunque la palabra ha sido por mucho tiempo sinónimo de heterodoxia intelectual, esta interpretación del concepto se ha restringido cada vez más a los ámbitos religiosos. La realidad es que la sociedad occidental en general, percibe cada vez más el término secta, como representativo de conductas antisociales realizadas por organizaciones engañosas que fomentan el fanatismo irracional y espiritualizan el delito.
SECTA: ¿DISIDENCIA IDEOLÓGICA O CONDUCTA ANTISOCIAL?
En otras palabras, la sociedad, cada vez más secularizada y mediatizada, identifica frecuentemente la idea de secta con organizaciones como La Verdad Suprema o Koresh y compañía, más que con Wycliffe y sus lolardos, o bien —desde el punto de vista de la presente administración del Vaticano—con Leonardo Boff y sus propuestas teológicas liberacionistas. Visto de esta manera, el énfasis está sobre todo en el extremismo y en la conducta antisocial, aunque se considere que en muchos casos ésta tenga una motivante religiosa. En este contexto, antropólogos, sociólogos, psicólogos clínicos y especialistas médicos, han aportado al campo del conocimiento científico definiciones claras y actuales de lo que constituye o no una secta, acompañadas de criterios rigurosos para su clasificación.
A continuación exponemos esquemáticamente las principales definiciones del término secta con un breve análisis de cada una.
Capítulo dos
¿QUÉ ES UNA SECTA?: DEFINICIONES CIENTÍFICAS
I. DEFINICIÓN LINGÜÍSTICA
De acuerdo con una definición estrictamente lingüística, la palabra secta (del latín secta) quiere decir “Doctrina enseñada por un maestro y seguida por sus adeptos. Particularmente la doctrina y el conjunto de sus adeptos” (Moliner, 1988: 1121).
Ésta es una definición que por general y literalista prácticamente se utiliza muy poco, ya que es demasiado amplia, pues cataloga como secta a cualquier ideología, política, social, religiosa, filosófica, etc., junto con sus seguidores. Ésta podría incluir, por ejemplo, a cualquier religión, partido político, o partidarios de la filosofía de Kant, Marx o el psicoanálisis de Freud.
II. DEFINICIÓN HISTÓRICO-LINGÜÍSTICA
Secta: “Doctrina religiosa (y sus adeptos), que se aparta de la tradicional u oficial”. (Moliner, 1988: 1121).
Ésta es una definición lingüística de uso cultural que se desarrolló a través de la historia de la civilización occidental. Se hizo especialmente popular con el dominio cultural del catolicismo romano en Occidente, y en el Oriente con la Iglesia Ortodoxa.
Conforme el tiempo pasó y la cristiandad llegó a ser dominante en el mundo occidental, la palabra adquirió una carga peyorativa fuerte: los heréticos, los perversos doctrinales, los enemigos de la ortodoxia confesional establecida, eran denominados secta. De hecho, la etimología griega haíresis, de la cual deriva originalmente el concepto a las lenguas romances, tiene relación con las nociones de herejía y de facción.
CRITERIOS ARBITRARIOS
Esta definición es, evidentemente, muy limitada, pues se enfoca exclusivamente en el aspecto religioso y constituye un criterio relativamente arbitrario para hacer clasificaciones, pues como se vio, según la definición de uso cultural, secta es: “Una doctrina religiosa (y sus adeptos) que se apartan de lo tradicional u oficial”.
Así, todo lo que no sea religión mayoritaria o popular, se considerará secta, dependiendo de la cultura y su tradición religiosa, o de la religión oficial reconocida por el Estado, dependiendo del país, región, y aun de la época. Algunos ejemplos de esto son los siguientes: hay países islámicos en los que las minorías religiosas son en ocasiones catalogadas como sectas. En Rusia, los católicos romanos son llamados así por algunos sectores de la Iglesia Ortodoxa. En Inglaterra, los puritanos y los cuáqueros fueron considerados sectas en siglos pasados por la Iglesia Anglicana. En países budistas e hinduistas, las religiones distintas se llegan a considerar y denominar sectas.
En esta definición, se transfiere completa a las minorías religiosas que se etiquetan así la connotación negativa que dicho término ha acumulado a través de la historia. Recordemos, sin embargo, que el valor simbólico negativo de la palabra secta, actualmente, abarca no sólo la idea de “error doctrinal”, sino sobre todo, desde hace poco más de dos décadas, se asocia a grupos de conducta peligrosa y antisocial.
EL USO DE LA PALABRA SECTA COMO ARMA
En este contexto, la palabra secta se usa como arma para descalificar a priori a “los otros”, los de ideología religiosa diferente, indistintamente de que su trayectoria social sea inocua o hasta positiva. Asimismo, se utiliza como falacia de etiqueta, y coloca un estigma que fomenta la intolerancia religiosa, y evita a las religiones tradicionales mayoritarias —o de Estado— el trabajo de refutar con argumentaciones serias, las posturas ideológicas de otros grupos que tienen el mismo derecho de ejercer la libertad de creencia y propagar sus propuestas.
Esta definición histórico-cultural es la más utilizada en México, a nivel popular y en la mayoría de los medios de comunicación. Su uso es fomentado especialmente por sectores intolerantes de la jerarquía católica y ha sido, en buena medida, asimilada pasivamente por la sociedad.
Aquí cabe señalar que el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, que representa la posición oficial del Vaticano actualmente, no califica como sectas a las grandes religiones históricas como el budismo, el judaísmo o el Islam. Las llama “religiones no cristianas”. Tampoco denomina sectas a las iglesias Protestante, Anglicana u Ortodoxa Oriental. Los antes llamados herejes y sectarios, pasaron posteriormente a ser “los hermanos separados” y hoy el Vaticano, en aras del esfuerzo ecuménico, los denomina simplemente iglesias y cristianos (Catecismo de la Iglesia Católica:195-202).
III. DEFINICIÓN TEOLÓGICA
El doctor en religiones comparadas, W. Martín propuso la siguiente acepción teológica de la palabra secta. “Una secta es un grupo de personas polarizadas alrededor de la interpretación particular que alguien hace de la Biblia, que incurre en grandes desviaciones con respecto a las doctrinas primordiales de la fe cristiana...” (McDowell, 1988:11).
Ésta es una definición utilizada sobre todo en el ámbito cristiano nominal. Toma como punto de referencia para hacer clasificaciones las bases teológicas de las creencias. No considera la antigüedad ni la cantidad de miembros, ni el reconocimiento oficial que en un país determinado pudiera tener una organización religiosa.
PROS Y CONTRAS
La definición teológica es válida como instrumento de crítica dentro del ámbito religioso y denominacional y tiene pautas académicas y doctrinales bien definidas para hacer clasificaciones precisas. También provee un mecanismo legítimo para alertar a las personas acerca de grupos religiosos que se autodenominan cristianos, sólo para ganar aceptación social y hacer prosélitos, mientras que ideológicamente no se apegan a las doctrinas cristianas históricas, e incluso inculcan ideas totalmente contrarias.
Estrategias de proselitismo como éstas son definitivamente objetables. Si se analizan con cuidado, son éticamente equivalentes al fraude a través de una especie de usurpación de personalidad. Esto viola el derecho al que tiene cualquier persona a la información, para poder decidir en condiciones equitativas su postura ante una determinada propuesta religiosa.
EL MORMONISMO: UN EJEMPLO DE PROSELITISMO POCO ETICO
Veamos por ejemplo el caso del mormonismo, una religión que al presente ha corregido conductas sociales peligrosas que practicó a nivel cupular en sus inicios (adulterio poligámico legalizado, fraude, sedición e incitación al terrorismo, entre otros ejemplos). A pesar de dichos cambios, el mormonismo aún se adhiere a formas poco éticas de proselitismo al ostentarse como una religión cristiana. Una de las creencias básicas del mormonismo es el politeísmo mientras que, en cualquiera de sus variantes, el cristianismo es esencialmente monoteísta. El mormonismo es realmente una religión sincretista que incorpora elementos clásicos del espiritismo, ocultismo y politeísmo envueltos con una nomenclatura cristianizada.
El mormonismo, como cualquier otra religión, tiene libertad para difundir sus creencias, pero al mismo tiempo la gente tiene derecho a saber, antes de decidir ingresar a dicha religión, cuáles son sus creencias reales, incluida la historia de la organización (esta última suele ser ocultada o maquillada cuidadosamente especialmente en lo referente a las relaciones adultero-polígamas de su fundador, Joseph Smith, con más de 80 mujeres, algunas de ellas esposas de sus seguidores). El mormonismo tiene la libertad de difundir sus creencias, sin embargo, otros sectores sociales tienen derecho a la libertad de expresión para criticar el ocultamiento deliberado de información y el hecho de que esta religión trate de obtener aceptación social utilizando una fachada cristiana, cuando en realidad promueve una religión politeísta. Aquí es importante remarcar que la libertad de creencia no ampara contra la crítica pública cuando se engaña deliberadamente a la sociedad. Junto con la libertad de creencia, coexisten también la libertad de expresión y el derecho a la información.
Éste es sólo un ejemplo de la aplicación académica de la definición teológica de secta, y parte de la ética que justifica su uso como instrumento de crítica en el ámbito religioso.
IV. DEFINICIÓN SOCIO-JURÍDICA
El investigador español José Rodríguez, quien ha sido asesor sobre el tema de las sectas para diversas comisiones de gobiernos europeos, ha definido así el concepto, retomando el término secta destructiva que acuñó el psicólogo social hispano Álvaro Rodríguez:
“Una Secta Destructiva (SD) será todo aquel grupo que en su dinámica de captación y/o adoctrinamiento, utilice técnicas de persuasión coercitiva que propicien:
• “La destrucción (desestructuración) de la personalidad previa del adepto o la dañen severamente.
• “El que, por su dinámica vital, ocasione la destrucción total o severa de los lazos afectivos y de comunicación afectiva del sectario con su entorno social habitual y consigo mismo.
• “Y, por último, el que su dinámica de funcionamiento le lleve a destruir, o conculcar, derechos jurídicos inalienables en un estado de derecho” (Rodríguez, 1989:31).
Esta definición toma como punto de referencia para su clasificación la conducta social. Hace énfasis muy particularmente en aquellos comportamientos grupales que dañan a la sociedad, que violan los derechos humanos y que destruyen a la persona que es captada por una organización. Una secta es, según la definición sociológica de Rodríguez, cualquier organización que propicie esto, independientemente de su ideología, antigüedad, popularidad o número de miembros.
Esta definición tiene la ventaja de que no se circunscribe al ámbito religioso, pues abarca incluso a subgrupos políticos, psicoterapéuticos, pseudo científicos, culturales, etcétera.
La distinción destructiva, añadida al vocablo de secta, puede ayudar a diferenciar a aquellos grupos que encuadran, por ejemplo, en las definiciones teológicas, pero que no muestran una conducta antisocial o peligrosa, de aquellas organizaciones que sí lo hacen.
EL SECTARISMO: ¿UN PROBLEMA DE ADICCIÓN?
Rodríguez, quien ha sido profesor de sectarismo en la maestría de adicción a las drogas que auspicia la Universidad Complutense de Madrid, hace un fuerte énfasis en factores como el entorno social y la susceptibilidad individual para explicar la captación y dependencia sectaria (Rodríguez, 2000). De hecho, equipara la pertenencia a sectas destructivas con patologías sociales como la adicción a las drogas y el alcoholismo. Para Rodríguez , el papel de las estrategias coercitivas y explotativas de la secta destructiva, per se, no juegan un papel tan relevante como en los análisis de los psicólogos clínicos y sociales más reconocidos.
V. DEFINICIONES DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
Michael Langone, doctor en Psicología Clínica y editor de una de las más prestigiadas revistas científicas que estudian el fenómeno de las sectas, define así el concepto que analizamos:
“Secta es un grupo o movimiento, que exhibe una devoción excesiva a una persona, idea o cosa y que emplea técnicas antiéticas de manipulación para persuadir y controlar (a sus adeptos); diseñadas para lograr las metas del líder del grupo; trayendo como consecuencias actuales o posibles, el daño a sus miembros, a los familiares de ellos o a la sociedad en general” (Langone, 1988:1).
Langone añade después:
“Dado que la capacidad para explotar a otros seres humanos es universal, cualquier grupo puede llegar a convertirse en una secta. Sin embargo, la mayoría de las organizaciones institucionalizadas y socialmente aceptadas, tienen mecanismos de auto-regulación que restringen el desarrollo de grupúsculos sectarios” (Langone, ibíd.).
VENTAJAS DE ESTA DEFINICIÓN
Esta definición toma como punto principal de referencia la conducta psicosocial (no las bases teológicas, la tradición o la aceptación oficial del Estado, etc.). Es un concepto similar al netamente sociológico y tiene las siguientes ventajas.
• Es amplia. Estudia cualquier tipo de organización social, no sólo las religiosas, y analiza particularmente los mecanismos psicológicos de manipulación grupal que utiliza una organización para reclutar y mantener su membresía.
• Clasifica con base en hechos observables y comprobables.
• Responsabiliza a las organizaciones de su manera de interactuar con la sociedad y ofrece simultáneamente la oportunidad de que un determinado grupo corrija su conducta y se adapte socialmente, retirándose de tal clasificación, si hace los cambios necesarios.
• Elimina la posibilidad de que un grupo se escude en la ortodoxia de su credo, en la cantidad de sus miembros o en su trayectoria histórica, para cometer ilícitos.
DAÑO Y MANIPULACIÓN: PERSPECTIVAS
El concepto del Dr. Langone considera en particular el daño, potencial o actual, que se causa a los individuos al involucrarse en una organización determinada (en otras palabras, lleva implícita la noción de secta destructiva).
La existencia o no de la explotación, de la falta de ética y transparencia al proselitar, los mecanismos internos de autorregulación y la presencia de técnicas psicofisiológicas de manipulación, son las variables que se examinen a fondo antes de catalogar como secta o cult (en inglés) a una organización.
Aunada a su marco metodológico de análisis, ésta es una de las definiciones seculares más respetadas en el ámbito de los investigadores internacionales; sin embargo, tiene algunos puntos débiles, por ejemplo:
• Puede resultar difícil definir qué es una devoción excesiva.
• Se necesita conocer muy bien y aplicar rigurosamente sus criterios de análisis para no etiquetar injustamente a una organización como secta.
• Los parámetros son muy técnicos y especializados, y por lo tanto poco accesibles para la mayoría de las personas, incluso profesionistas.
STEVE HASSAN: EL ENFOQUE EMPÍRICO
Steve Hassan, maestro en psicología por el Cambridge College, fue miembro de los moonies por mucho tiempo. Actualmente tiene años de experiencia como asesor internacional y consejero sobre el tema de las sectas destructivas.
Hassan combina elementos empíricos, que provienen de su pasada vivencia en la secta Moon, su amplia experiencia en tratar pacientes provenientes de movimientos religiosos extremistas, y criterios de las ciencias sociales y la psicología clínica para definir como secta destructiva a cualquier grupo (religioso o no) que utilice técnicas de control psicológico para suprimir la personalidad e inhibir el juicio crítico y la libertad de decisión. Establece cuatro criterios para detectar la manipulación mental.
1) Control de la conducta.
2) Control de la información (tanto de aquella que las personas tienen derecho a saber antes de ingresar a un grupo, como de información “del exterior”.
3) Control de las ideas.
4) Control de las emociones (Hassan 1997:2).
VI. APORTACIONES DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA
Por su parte, la Dra. Margaret Singer, psicóloga clínica y profesora emérita de la Universidad de California en Berkley, nos ofrece una definición bastante similar a la de Langone. La misma se basa también en el comportamiento, no en las creencias de un grupo. En su obra clásica, analiza seis puntos bastante sofisticados para definir las técnicas de persuasión psicofisiológica que utilizan las sectas (Ofshe y Singer, 1986).
Una aportación nueva y valiosa de la Dra. Singer es que la secta en sí es constituida básicamente por la estructura jerárquica y de poder de la organización, no necesariamente por los adeptos o miembros regulares en sí.
VII. DEFINICIONES DE LA CIENCIA MÉDICA
El Dr. Robert Lifton, eminente psiquiatra y sociólogo, definió en su obra La reforma del pensamiento y la psicología del totalitarismo ocho criterios para detectar los legendarios lavados de cerebro que inmortalizaron algunos filmes de guerra. Su investigación inicial se basa en las técnicas utilizadas sobre los presos políticos durante el régimen dictatorial de Mao, en China, para convertirlos bajo coerción a la ideología comunista (Lifton, 1989).
Actualmente, muchos médicos, psicólogos clínicos y sociólogos, toman estos criterios como referencia para identificar si un grupo religioso o de otra índole, instrumenta medidas coercitivas para manipular la conducta de sus adeptos a través de una estrategia graduada de “reforma de pensamiento”. La utilización de estas técnicas de coerción psicológica constituye para muchos especialistas, hoy en día, el criterio clave para llamar secta a una determinada agrupación. Secta, esto es, desde la perspectiva de la sociología médica.
LOS OCHO CRITERIOS DE LIFTON
A continuación se enumeran, resumen y ejemplifican los criterios del Dr. Lifton, aplicados al ámbito de las agrupaciones religiosas:
1. Control de la atmósfera social y de la comunicación humana. Esto implica coartar la comunicación entre los seres humanos a los que se desea controlar. Incluye obstaculizar la comunicación del individuo consigo mismo (por ejemplo, al evitar que éste cuente con tiempo libre para la reflexión personal).
2. Manipulación mística. Se construyen premeditadamente atmósferas “espirituales” que parecen espontáneas, pero que en realidad son artificiales y están planeadas y estudiadas para producir un efecto. La gente interpreta este efecto como una “experiencia espiritual”, al ignorar que fue una situación prefabricada.
3. Redefinir el lenguaje. Controlar las palabras sirve para controlar las ideas de las personas. Se adoctrina con conceptos simplistas. Por ejemplo, clichés que tienden a desalentar más que alentar el uso de la razón. (V.g. “nadie puede utilizar su razón para alcanzar la iluminación”; “Sólo los elegidos pueden entender lo que sucede al interior de nuestra agrupación”).
4. La doctrina es más importante que la persona. No importa lo que un ser humano esté experimentando en la realidad, la creencia en el dogma es lo más importante. La creencia del grupo rebasa la conciencia individual y la integridad, en cuanto a comprobar resultados. Un ejemplo se da cuando algún grupo proclama que Dios ha realizado milagros de sanidad, pero se niega a hacer las verificaciones científicas pertinentes. Puede ser, incluso, que una persona esté gravemente enferma y se asegure que no importa lo que se vea, ya está sana. Es más importante sostener el dogma que el bienestar de las personas y atender a lo que indica la realidad.
5. La ciencia sagrada. Doctrina con el absoluto científico y moral. El dogma es incuestionable.
6. El culto a la confesión. Manipulación de la confesión pública para romper los límites personales. Restricciones o prohibiciones a la privacía personal. Por ejemplo, la confesión de faltas o problemas tiene usos y limitaciones bien definidas tanto en el ámbito terapéutico como en el eclesiástico. En este caso, se abusa de su uso para denigrar y controlar a las personas a través de la información obtenida. Se intenta borrar la individualidad para controlar a las personas en masa.
7. Demandas de pureza inalcanzables. Estándar inalcanzable de perfección para crear culpabilidad y vergüenza en los adeptos. La gente es castigada y enseñada a autocastigarse por no llegar a un ideal que de inicio es imposible alcanzar.
8. La dispensación de la existencia. El grupo decide quién tiene derecho a existir y quién no. No hay ninguna alternativa legítima, sino sólo el pertenecer a esa organización en particular. En regímenes gubernamentales totalitarios, esta idea es lo que “justifica” la ejecución de disidentes políticos.
Los anteriores mecanismos de manipulación tienen efectos bien estudiados, tanto psicológicos como en la bioquímica cerebral, para crear estados de inhibición del razonamiento y alta sugestibilidad para controlar la conducta de individuos y comunidades.
Robert Jay Lifton, probablemente el especialista más importante en manipulación y grupos totalitarios hoy en día, ha confirmado la validez de su modelo de “reforma del pensamiento” para estudiar grupos religiosos. En 1999, publicó un amplio análisis sobre la secta japonesa La Verdad Suprema, un libro científico rigurosamente investigado sobre sectarismos radicales y sus peligros para un mundo globalizado. De acuerdo con sus conclusiones, lo que llama guruísmo —el endiosamiento explícito o implícito de un líder religioso— es una constante, además del autoritarismo y los ocho criterios ya descritos, en movimientos sectarios contemporáneos extremistas y violentos.
El libro del profesor Lifton, Destroying the World to Save it: Aum Shinrikyo, Apocaliptic Violence, and the New Global Terrorism, se plantea una definición equivalente a secta destructiva basada en esos parámetros. Así, se clasifica como cult a cualquier agrupación religiosa:
a) Cuyo líder esté en un estado práctico de “endiosamiento” .
b) Que practique los ocho criterios de reforma del pensamiento.
c) Que explote a sus seguidores.
El contenido y ortodoxia doctrinal quedan al margen como criterios valorativos según estos parámetros.
APORTES DE LA PSIQUIATRÍA.
El Dr. John Hochman, profesor de psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles, publicó en 1990 los resultados de sus investigaciones, en los cuales ofrece una definición sobre sectas. Retomando el concepto central de Lifton, añade: “Las sectas son grupos que utilizan métodos de ‘Reforma del Pensamiento’ para reclutar y controlar a sus miembros y que utilizan como herramienta una tríada” (Hochman, 1990:180) .
Los tres puntos de la tríada que define lo que es una secta para Hochman son:
- El milagro. Pensamiento mágico alrededor del dirigente y/o actividades del liderazgo.
- El misterio. La secrecía, que oculta la práctica, creencias reales y agenda del grupo. Por ejemplo, Shoko Asahara, gurú de La Verdad Suprema, en Japón, ofrecía cursos de yoga para reclutar miembros, pero jamás les decía que su verdadero fin era la formación de guerrilleros religiosos para llevar a cabo actos terroristas apocalípticos. Para lograr esto sujetaba a la gente a un conjunto de técnicas psicofisiológicas de control, sin que ésta tuviera conocimiento.
- La autoridad. Un régimen autoritario y absolutista que utiliza a las personas para suplir las necesidades del grupo.
LA TRÍADA SINÉRGICA
Cuando esta tríada se encuentra presente en un grupo, religioso o de otra índole, sus componentes ejercen un efecto sinérgico; esto es, cada elemento refuerza al otro en forma recíproca para crear una atmósfera extremadamente peligrosa que puede desembocar en daños a los procesos de funcionamiento en la mente de las personas, con sus consecuentes efectos en la salud en general. El Dr. Hochman considera que para clasificar a una organización como secta desde la perspectiva médica psiquiátrica, es indispensable que reúnan los tres puntos anteriormente resumidos.
Una de las aportaciones más significativas del estudio de Hochman es la importancia que juega la secrecía para poder manipular la psique colectiva. En la secrecía del misterio hay un ocultamiento deliberado de información que la gente tiene derecho a conocer para determinar, de manera libre, a qué tipo de agrupación está ingresando. Cuando existe secrecía, se deteriora la percepción de los seguidores adoctrinados acerca de la realidad y verdadera naturaleza del grupo. Esto los vuelve particularmente vulnerables.
En este caso, la gente no presta su consentimiento a participar en la organización con pleno conocimiento. Es víctima de una especie de fraude en el cual se convierte en sujeto de técnicas que alteran la bioquímica cerebral para inhibir su razonamiento crítico y volverla pasiva y susceptible de ser explotada y dañada.
Finalmente, no podemos soslayar la reflexión médica de Hochman en el sentido de que las sectas destructivas presentan un problema de salud pública por el impacto social que tienen. La definición de Hochman sobre lo que constituye una secta, trasciende aun el ámbito médico, para enriquecer la ética jurídica. Analícese la frase consentimiento con pleno conocimiento y se llegará a la conclusión de que el espíritu mismo de este principio es el que, al ser violado, da lugar a la tipificación del delito de fraude en cualquier estado de derecho.
EXTRAÍDO DEL LIBRO "COMO IDENTIFICAR UNA SECTA" DEL DR. JORGE ERDERLY, PUBLICADO POR PUBLICACIONES PARA EL ESTUDIO CIENTÍFICO DE LAS RELIGIONES, CIUDAD DE MÉXICO. AÑO 2002.
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