COMENTARIO GENERAL AL BARDO THODOL
El Bardo Thodol, Libro Tibetano de los Muertos (Liberación mediante la Audición en el Plano posterior a la Muerte), es una guía de instrucciones para los fallecidos y los moribundos, en virtud de que se considera que la muerte dura 49 días, después de los cuales sobreviene un renacimiento en el ciclo del renacimiento. Según la tradición, el libro fue escrito por Padmasambhava, el fundador del lamaísmo tibetano, en el siglo VIII.
Con independencia de su claro contexto budista, el Bardo Thodol puede ser concebido como un libro de preparación adecuada para la muerte. El libro es leído al moribundo o al recién fallecido como una auténtica guía para que el difunto comprenda el período de su existencia actual (muerto), y para, así, penetrar en el nuevo mundo que la muerte representa o en el proceso que debe seguirse después de fallecer. El bardo, que da nombre al texto, se convierte en una suerte de estado intermedio entre la muerte y el renacimiento o la liberación. Para el budismo tibetano, al morir, la conciencia de un individuo entra en el bardo, que tiene una duración de cuarenta y nueve días, antes de renacer en otro estado de reencarnación (humano, divino, demoníaco, animalesco, fantasmal o infernal), de acuerdo al karma poseído.
Las persecuciones del budismo en Tíbet a lo largo del siglo IX, motivaron el ocultamiento del texto, tras una serie de ceremonias, en cuevas y lugares recónditos. Tras la expulsión de gran número de budistas de la montañosa región tibetana, muchos ejemplares permanecieron escondidos, hasta su recuperación en las siguientes centurias, momento en el que adquieren el nombre de Termas (derivado del término Gter, tesoros), mientras que los propagadores de sus enseñanzas se llamaron Reveladores del Tesoro.
Bardo Thodol es un texto que trata el ciclo total de la existencia samsárica, entre la muerte y el nacimiento. Los ritos mortuorios que aquí se plantean tienen un gran parecido con aquellos egipcios narrados en el Libro de la Salida a la Luz del Día (Libro de los Muertos), como ocurre con la restauración del principio de la conciencia después del “desmayo”, que sigue inmediatamente a la muerte, y el acostumbrar al difunto en su nuevo medio ambiente o, incluso, con el pesaje del alma por la divinidad tibetana de Dharma-Raja o Shinje-chho-gyal (Rey de los Muertos), quien sostiene un espejo donde el alma se observa en su completa desnudez mientras su siervo Shinje (un mono) va colocando ante él guijarros negros y blancos, de forma parecida al pesaje del corazón del difunto con la pluma de la Diosa de la Verdad, el Orden y la Justicia egipcia (Maat). Es probable que el texto recoja también, esencialmente, rituales de la religión Bon, animismo que prevalecía en el Tibet antes de la llegada del budismo.
El primer Bardo, llamado Chikhai o Estado Transitorio del Momento de la Muerte es el que ocurre inmediatamente después del deceso, cuya duración es entre 3 días y medio y cuatro. En este estado aparece la Clara Luminosidad, primero como pureza primordial, aunque posteriormente el que percibe (el muerto), incapaz de reconocerla, es decir, incapaz de aferrarse y de permanecer en ese estado debido a su karma de mente no modificada, la percibe como oscurecida.
Cuando este Bardo finaliza, el difunto despierta al hecho de la muerte; se hace, por lo tanto, consciente de su cambio de estado, y empieza a experimentar el segundo Bardo, denominado Chonyid o Estado Transitorio de la Realidad, momento de la confrontación con las Divinidades Apacibles y las Divinidades Irritadas (desde el octavo al décimo cuarto día).
El difunto se encuentra bajo la ilusión (a menos que sea un iniciado y que haya despertado la conciencia ante los diferentes cambios de estado y sea, en consecuencia, capaz de discernir) de que aunque está muerto, todavía posee un cuerpo de carne, huesos y sangre y, además, se le aparecen visiones simbólicas creadas por sus propios reflejos kármicos motivadas por las acciones y pensamientos que creó cuando se hallaba en su estado de conciencia física que pertenece a la personalidad.
En el momento en que el difunto se percata de que en realidad no posee un cuerpo físico real empieza a desarrollar un descollante deseo de poseer uno y, al hacerlo, entra inmediatamente en el tercer Bardo, denominado Sidpa o Estado Transitorio del Renacimiento, que finaliza cuando el principio de la conciencia renace en el mundo humano o en algún otro de los diversos mundos de renacimiento.
El Bardo Thodol busca, esencialmente, liberar a los seres encarnados. Su correcta lectura hará que los devotos con un entendimiento avanzado hagan la transferencia en el momento de morir, sin pasar por caminos intermedios, yendo directamente por el gran camino derecho y ascendente.
Aquellos menos entrenados en los asuntos espirituales, una vez que reconocen la Clara Luz en el Chikhai Bardo, irán por la vía ascendente también, pero los que están por debajo de estos sólo serán liberados, en función de su capacidad propia y sus conexiones kármicas, cuando las deidades Apacibles y las Irritadas brillen sobre ellos en el Chonyid Bardo.
Los que tienen un buen karma débil, cuyo oscurecimiento es enorme por culpa de sus males acciones, deben errar cada vez más hacia abajo hasta el Sidpa Bardo, donde habrá varios tipos de confrontaciones y llamadas.
Los que tienen una relación kármica más tenue aun, porque son incapaces de reconocer, caen desesperadamente bajo el predominio del terror. Estos fallecidos tienen que pasar por diversos grados de enseñanza para escoger una puerta de las matrices. Incluso el más bajo, el que proviene del orden de los animales, es capaz, por la aplicación del refugio, de evitar entrar en la desgracia, adquiriendo un cuerpo humano, libre y bien dotado, para que en su próximo renacimiento pueda encontrar y ser guiado por un gurú virtuoso y obtenga votos que lo salven.
(*)Julio López Saco es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Santiago de Compostela, España. De ahí también obtuvo una Especialización en Historia Antigua y su primer doctorado, en Prehistoria e Historia Antigua.
Obtuvo en la Universidad Central de Venezuela su segundo doctorado, en Ciencias Sociales.
Ha ejercido la docencia universitaria en la Escuela de Historia de la UCV en las materias "Introducción Historia Universal" e "Historia de Asia".
Es autor de una larga obra académica, entre las que se destacan: China. Pasado y presente de una gran civilización; Ensayos sobre Historia Antigua. Una mirada a Oriente y Occidente; Breve Acercamiento a la Historia y la Religión Antigua de Asia; El Mito en vivo. Mito y filosofía en la China de la Antigüedad; Los mitos como sustrato de la cultura. Un conocimiento simbólico; La antigüedad china. Reflexiones de historia antigua de Oriente; Introducción al origen del hombre y sus primeras creaciones culturales y La Leyenda del iluminado.
También ha publicado trabajos sobre mitología griega y oriental, en revistas especializadas de antropología, filosofía e historia, tanto en Venezuela como en España, Alemania, Argentina, México y Brasil, como Fortunatae, Tierra Firme, Presente y Pasado, Lógoi, Praesentia, Humania del Sur, y Revista de Arqueología.
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