lunes, 16 de noviembre de 2015

LAS INVASIONES BÁRBARAS - LUIS MARCELO SPERANZA

LAS INVASIONES BÁRBARAS
(EXTRAÍDO DE LAS MEMORIAS DE KARL GUSTAV RAHNNER)

El 11 de marzo de 1938 las tropas nazis entraron en Viena y de esta manera llegaba a su fin la República Austríaca. Kurt Von Schuschnigg, el canciller, un hombre de la baja nobleza de Tirol, devoto cristiano y de ideas progresistas en una época nefasta, había cedido ante Hitler sin luchar. Estos son mis recuerdos de aquel aciago día cuando emprendimos la retirada de nuestra patria, luego del esperpéntico desfile.

"Eran casi las 3 de la mañana de ese frío sábado de primavera cuando escuché los primeros disparos. Ya en 1934 lo habían intentado, pero fracasaron, aunque la provocación de los grupos paramilitares de la ultraderecha como el Heimwehr (Guardia Patriótica) venía de larga data. Dirigidos por el príncipe Ernst Starhemberg, saludaban con el brazo derecho en alto, a la manera de los partidarios del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, también llamado Partido Nazi o NSDAP) y de todos los fascismos. 

Producto de la derrota del Imperio Austro-Húngaro, mi patria, Austria, era cuando nací, en 1919, un pequeño estado configurado por los vencedores. Con 6 millones de habitantes, Viena y sus alrededores era controlada por los socialistas. 

Era en ese entonces un país netamente agrícola. En las regiones rurales se había hecho fuerte el Partido Socialcristiano -católico y antisemita- y en menor medida, el Partido Nacionalista, proalemán. 

La socialdemocracia (PSD), como expresé, predominaba en Viena, sobre todo en los barrios obreros. Había llegado al poder en virtud de una revuelta de las masas contra el viejo orden imperial o lo que quedaba de él. Un sector del PSD quería implantar los soviets en las fábricas, pero la mayoría de los socialistas nos opusimos a seguir el modelo imperante en la URSS y apoyaron a la democracia parlamentaria. 

Los disidentes se separaron y formaron el Partido Comunista. La amenaza a lo que consideraban el peligro rojo empujó al fascismo a los sectores medios y campesinos.

En 1920, mi país estrenó una nueva constitución y ganaron las elecciones los socialcristianos, quienes gobernaron apoyados por pequeños partidos y con la oposición de los socialistas, hasta la llegada de los invasores germanos. Sin embargo, en Viena y su provincia, los socialistas democráticos siguieron siendo mayoría. 

Viví desde mi nacimiento hasta la invasión nazi en esa ciudad que los socialistas convirtieron en la más progresista de Europa. Viviendas populares, educación, servicios sociales para todos eran los beneficios que habían sabido construir la socialdemocracia. 

Si bien había nacido en el seno de una familia católica, a mis quince años me afilié al PSD. 

Bibliotecas públicas, conciertos gratuitos, universidades abiertas ¡cómo no reconocer que por allí pasaba el destino del pueblo! No puedo negar que existía cierto anticlericalismo en el gobierno, pero en el marco de la Reforma Escolar se edificaron cientos de escuelas primarias y colegios piloto. 

Fue una de las grandes realizaciones del período. Aún así no dejé de ser creyente. Nos llamaban "los socialistas religiosos" y formé parte, hasta mi exilio en la Argentina, de la Liga de la Defensa de la República, una milicia armada contra las tendencias dictatoriales de las fuerzas reaccionarias. 

La más importante de estas fuerzas se nucleó en la llamada en el Heimwehr, dirigida por un terrateniente, el príncipe Starhemberg. Su alcance, a diferencia de la Liga, era nacional y contaba, como es lógico, con recursos del gran capital para movilizarse. Cuando monseñor Seipel fue canciller, se transformó en su brazo armado. 

Los choques con nosotros, los socialistas, se hicieron más frecuentes. Todavía recuerdo las cruentas peleas callejeras. Asesinaban compañeros con el apoyo de la policía y proclamaban abiertamente el derrocamiento de la república democrática. Por supuesto, el doctor Seipel estaba de acuerdo en ello y contaba como aliados al Partido Campesino y a los nacionalistas pangermanos. 

Nos acusaban de querer implantar el comunismo. ¡Nunca quisimos el comunismo! Seipel se fue en el 28, no sin antes querer imponer un estado corporativo. Sin embargo, las alianzas con el Heimwehr fueron desgastando al Partido Socialcristiano. 

En los primeros años del 30 comenzaron a aparecer las camisas pardas. Llevaban una insignia, la hakenkreuz y hacían el saludo romano a sus jefes. No desconocíamos que en Italia gobernaba un dictador, Benito Mussolini, quien había retomado símbolos y gestos de la Roma imperial: el águila, el haz de los lictores -el fascio-, el saludo romano y que sus seguidores vestían camisas negras. 

(Con el tiempo supe que las camisas identificaban desde el siglo XIX a los trabajadores según el sindicato al que pertenecía: las azules, por ejemplo, a los ferroviarios. El Duce había adoptado la negra, el Führer, la marrón, los falangistas españoles, la azul). 

En 1932, el Partido Nacional Socialista Austríaco se presentó a elecciones regionales y municipales y a expensas del Partido Socialcristiano y del Heimwehr, obtuvo una importante cantidad de votos. Sin embargo, coexistían entre los fascistas, dos corrientes: una independentista y otra que aspiraba a unirse a Alemania. La única coincidencia, la central, era eliminar el régimen democrático. 

A monseñor Seipel lo sucedió Engelbert Dollfuss, quien fue nombrado canciller. 

Muy hábil, aprovechó una situación -la falta de fondos para pagar los salarios a los ferroviarios- para llevar el problema al parlamento. La consecuencia: el parlamento fue disuelto y Dollfuss quedó como dictador de hecho. Esto ocurrió un día antes de que Hitler obtuviera la mayoría en las elecciones generales de Alemania, un 4 de marzo de 1933. 

Pero Dollfuss no era progermano y buscó el apoyo de Mussolini. Se inclinaba por una especie de fascismo católico, corporativista, con el apoyo de socialcristianos y del Heimwehr. Presionado por los jefes de éste, prosiguió con la persecución de los socialistas, en tanto los nazis preparaban un golpe de estado contra el canciller.

El 25 de junio de 1934, grupos del Partido Nazi tomaron la Cancillería y mataron a Dollfuss. Fracasaron en su objetivo de apoderarse del gobierno y sus jefes fueron ahorcados. ¿Las razones? El Ejército austríaco se mantuvo leal al gobierno. Mussolini envió dos divisiones hacia la frontera en el Paso de Brenero. Hitler, por su parte organizó una Legión Austríaca que desmovilizó cuando se enteró del desplazamiento de las tropas italianas. Los nazis austríacos quedaron solos. 

A Dollfuss lo sucedió Kurt Von Schuschnigg, un hombre bueno, creo, pero sin carácter ni apoyo a su política de pacificación. Su suerte dependía que sus vecinos, Italia y Alemania,  no llegasen a un acuerdo. Pero el acuerdo llegó. Entonces Hitler negoció con el devoto canciller tregua en su Nido del águila, en Berchtesgaden, en febrero de 1938. 

Los términos eran claros: entrada de los nazis al gobierno y amnistía por los crímenes. Hitler quería al nazi austríaco Arthur von Seiss-Inquart, como ministro del Interior, bajo amenaza de invadir el país. Católicos y socialistas nos unimos para organizar la resistencia sabiendo que el acuerdo nos llevaría a ninguna parte. 

Y fue así: el canciller, como último recurso organizó un referendo para conocer las opiniones a favor o en contra de la independencia nacional. El 10 de abril, el 99 % de mis compatriotas votaron a favor de la anexión. La Wehrmacht (el ejército regular) se puso en marcha y el 11 de marzo, los nazis llegaron a Viena. 

A las cinco de la mañana, cuando clareaba me reuní con mis compañeros. Nos apostamos en los pisos altos de un edificio y comenzamos a disparar contra los portaestandartes que llevaban las banderas nazis donde predominaban dos colores: el rojo y el negro de la svástica, en medio de un círculo blanco. 

Muchos correctos ciudadanos salieron con retratos del dictador alemán a vivar a las tropas mientras hacían el saludo romano ante su paso. 

Ante la superioridad del fuego enemigo, decidimos escapar, no sin antes dejar los fusiles escondidos y mezclarnos en la multitud. 

Junto a las tropas desfilaban los paramilitares de las Schutz Staffel (SS), con sus uniformes de cuero negro y en cuyas gorras, también negras, aparecían imágenes de totenkopf (calaveras), los Cascos de Acero y las Sturm Abteilung (SA) con sus camisas pardas y corbatas negras. Todos ellos dando vítores a Adolfo Hitler, entonando los himnos Deutschland Über alles y Horst Wessel, vociferando consignas antisemitas. 

A pie y en vehículos blindados, fueron ocupando la avenida principal que conduce a la Cancillería, mientras las Hitler Jugend (Juventudes Hitlerianas), formadas por jóvenes entre los 14 y los 17 años, estaban extasiados. Luego, el traidor Seiss-Inquart fue elevado al rango de canciller. El temido Anschluss se había consumado. Ya éramos parte de la "Gran Alemania”. 

Cuando me puse a investigar acerca de la svástika, supe que era un símbolo de origen desconocido que fue introducido en la antigüedad en la India, al parecer en relación con un culto solar. Solía dibujarse como una cruz en medio de un círculo o como una cruz con los brazos doblados en forma de ángulos rectos. Este último símbolo conocido también con el nombre de fylfot se encontró en catacumbas romanas y en el arte heráldico y eclesiástico. Los escritores místicos medievales la derivaban de la gamma griega, que, según ellos, sugería la idea de Cristo como piedra angular; pero el símbolo aparece también en el arte primitivo de distintas civilizaciones (china, india, ibérica y troyana). 

El escritor alemán Guido List en su obra Bilderschrift der Ario-Germanen (1910), aseguraba que la svástika se había usado como símbolo secreto entre los primitivos germanos arios. Con este sentido, se convirtió en símbolo de varios grupos antisemitas y más tarde fue adoptada por estos bárbaros. También supe que el fascio tuvo su origen en antigua Roma y es símbolo de autoridad. El fascio littorio era el haz de varas del lictor (magistrado), emblema de la unidad, la fuerza y la justicia. Remite al antiguo emblema de autoridad del imperio romano. Las varas simbolizaban el poder del castigo y el hacha que asomaba sobre ellas, el poder de la vida y la muerte. 

Dentro del mito fundacional del fascismo italiano utilizó el fascio como insignia oficial, como símbolo de la unidad de la nación y de la autoridad para castigar; pero es un símbolo que remite, a la vez, al mito de la continuidad de la Roma imperial en la Italia del ordine nuovo de Mussolini. 

Asombrado aún por el empleo de la propaganda, escucho a cada rato por los altavoces, con la mayor insistencia, “la fuerza de la palabra”, los discursos orales con la voz del dictador alemán. Mitines masivos, mensajes radiales y todo el despliegue de cruces gamadas, uniformes, himnos patrióticos y desfiles militares son un formidable diluvio que descargan día a día. 

"¡Guerra permanente a la “decadencia” causada por los bolcheviques y los judíos! ¡Somos los centuriones del Orden Nuevo, el orden que viene de las fuerzas más profundas de la sangre y la tierra!", auguran.

Fritz Langour, un jovencito que nació en Alemania en 1927 y entró a la escuela a los seis años cuando Hitler era Canciller del Reich, me ha contado que se sentía en un pedestal,  halagado, convocado a campamentos con hogueras, expediciones de aventura, vivencias fantásticas para jóvenes “auténticos”. Es, como imaginan, integrante de las Hitler Jugend.  

No le llama demasiado la atención que lo sometan a instrucción premilitar, juegos bélicos, y adoctrinamiento ideológico. Chicos como él cantan: “Ya soy mayor; he dejado de ser un niño; algún día seré soldado del Führer”, repite a cada rato y hasta el hartazgo palabras como atacar, arremeter, acometer, embestir, asaltar, golpear, agobiar, abatir, obligar, mandar, imponer, dominar, obedecer, invadir y especialmente eliminar, suprimir, liquidar, exterminar….(No hay duda que le han modelado el cerebro).  

Presiento que una nueva religión ha surgido y ella nada tiene que ver con el Evangelio de Cristo. Una religiosidad bestial, necrofílica, pagana, de muerte. Tiene sus rituales, sus símbolos, su estética y hasta sus sacerdotes encolumnados tras su pontífice, que digo, su salvador. Esta noche partimos con un grupo de compañeros hacia Francia, a continuar la organización de la resistencia (…).




Glosario de términos 

Soviets: consejo de obreros, campesinos y soldados que controlaban fábricas, haciendas y organismos del estado. Esta idea se extendió en el seno del Partido Socialdemócrata Ruso a través del ala bolchevique (Lenin, Trostky, Stalin) que formó el Partido Comunista e impulsó la dictadura del proletariado. 

Partido Nacionalista: partido austríaco de base campesina. 

Socialistas religiosos: miembros del Partido Socialista austríaco, que a pesar de poseer una doctrina agnóstica, contaba con miembros creyentes, provenientes del cristianismo. 

Camisas pardas: indumentaria adoptada como parte del uniforme del partido nazi, junto al correaje, las armas y otros emblemas, como las corbatas negras. 

Hakenkreuz (cruz gamada o svástika): es el símbolo par excellence del nazismo. 

Benito Mussolini: fundador del movimiento fascista italiano. 

El águila: otro de los símbolos de los imperios. En este caso del imperio romano. En el caso del imperio de los zares, utilizaba el águila bifronte. 

El haz de los lictores (fascio): de esta palabra deriva el término fascismo. Era el símbolo de la majestad del lictor (magistrado) para imponer la autoridad y los castigos. 

Saludo romano: con el brazo derecho en alto, era la forma de saludar de los fascismos italiano, alemán, español, portugués, rumano, austríaco y croata. 

Camisas negras: los primeros fascistas italianos, los arditti (ardientes), integrantes de los fasci di combattimento (haces de combate) utilizaban el color de camisas utilizados por los gremios. Pronto se convirtió en el uniforme del movimiento. 

Camisas azules: color del uniforme utilizado por el movimiento Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, el fascismo ibérico, fundado por José Antonio Primo de Rivera. 

Duce: derivado del término Dux (Duque o Emperador de Venecia), fue sinónimo de jefe supremo, símbolo de poder indiscutido entre los seguidores, en alusión a Benito Mussolini. 

Führer: similar significado que el Duce. Adquirió esta denominación en Alemania en referencia a Adolf Hitler. 

Camisa marrón o parda: color del uniforme de los militantes del nacionalsocialismo alemán. 

Falangistas: seguidores de la Falange Española, variante del fascismo italiano, que proclamaban la fe católica y el régimen nacional-sindicalista. 

Portaestandartes: los miembros del partido nazi que llevaban las insignias, emblemas y símbolos del movimiento. 

Bandera nazi o del Tercer Reich: insignia de tres colores: el rojo como fondo, representa la sangre; un círculo blanco central, deja entrever una calavera vista desde arriba; en el medio del círculo, en color negro, símbolo de la tierra, está ubicada la svástika o cruz gamada. La significación fue dada por los autores ocultistas de los que Hitler se nutría. 

Fascismo católico, corporativista: en Austria, España, Rumania y Portugal, el fascismo tuvo un sesgo corporativo (la representación no la tenían los partidos sino las estamentos naturales, las corporaciones) y religioso integrista con gobernantes católicos. 

Legión Austríaca: milicia organizada por Hitler, con base en Alemania, a las órdenes del dictador, formada por integrantes del partido nacional-socialista austríaco. 

Wehrmacht: denominación de las tropas regulares (ejército). Actuaban como tropas de ocupación, con menor connotación ideológica que las SA, SS, Gestapo u otras organizaciones paramilitares. 

Nido del águila: residencia de descanso que utilizaba Hitler. Estaba enclavada en una región montañosa. También tiene una connotación simbólica como lugar donde residía el poder (el águila=Adolf Hitler). 

Schutz Staffel (SS): Cuerpo de Protección. Sturm Abteilung (SA): Sección de Asalto. Las SS, las SA y los Cascos de Acero eran grupos paramilitares nacional-socialistas que se destacaban por su ferocidad e inhumanidad con los vencidos. Controlaban al ejército y la policía. 

Totenkopf (calaveras): figuras pequeñas de cráneos humanos que utilizaban las SS en sus uniformes. Era clara su identificación con la muerte de aquellos considerados enemigos del régimen. 

Gran Alemania: entre las concepciones del nacionalsocialismo, estaba la recuperación de los territorios apropiados por los vencedores de la gran guerra y la expansión del espacio vital. La Gran Alemania se puede leer como el símbolo de la potencia que impondría un reino de mil años: el Tercer Reich. 

Anschluss: anexión. 

Fylfot: los brazos de la cruz gamada, símbolo solar en las ciertas culturas. 

Gamma griega: cuarta letra del alfabeto griego. De ella se deriva la noción de cruz gamada. Culto solar, cruz en medio de un círculo, cruz con los brazos doblados en forma de ángulos rectos. 

Fascio, fascio littorio: fascio viene de latín fasces (atado) y era el emblema de los lictores romanos. Sobre los haces asomaba la cabeza de un hacha. 

Mito fundacional: en la Italia fascista, la Marcha sobre Roma fue el inicio la refundación del modelo imperial romano (“Recuerda que eres un romano. Ten cuidado, pues eres también un emperador”, era la divisa que el Duce hizo escribir en las paredes de la villa de Cecil Rhodes en Ciudad del Cabo). 

Decadencia: el término, titulo de la obra de Oswald Spengler La decadencia de Occidente, formaba parte de la fraseología del nacionalsocialismo. 

Orden Nuevo: "ordine nuovo" (en italiano), era una expresión frecuente en los discursos y proclamas de Mussolini, haciendo referencia a la ruptura con el viejo orden de los partidos políticos y la democracia, los sindicatos anarquistas, socialistas y comunistas y el dominio del poder financiero. 

Bolcheviques y judíos: los enemigos centrales de Hitler, a los que odiaba y juraba destruir. En su concepción, existía un complot judeo-bolchevique-masónico para apoderarse del mundo. 

Hitler Jugend (Juventudes Hitlerianas): eran sometidas a instrucción premilitar, juegos bélicos y adoctrinamiento ideológico. 

Nueva religión: alude a la religión neopagana asatrú, de raíz nórdica, que fundamentaba la ideología nacionalsocialista germánica. 

Sacerdotes, Pontífice, Salvador: el autor lo enuncia en sentido figurado, al ver la nueva religión de carácter neopagano que ha creado el nacionalsocialismo. Hitler se presenta a sí mismo como el verdadero jefe providencial (el jefe carismático que describió Max Weber), siguiendo el ejemplo de Mussolini. Desde 1924, Hitler se presenta como el Redentor de Alemania. Confiesa a Hermann Rauschning: “La Providencia me ha designado para el ser el gran libertador de la humanidad” (…).

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