miércoles, 6 de enero de 2016

LA DANZA MACABRA COMO MANIFESTACIÓN ARTÍSTICA MEDIEVAL

EL MEMENTO MORI (RECUERDA QUE DEBES MORIR) EXPRESADO EN LA DANZA MACABRA

El término “Danza macabra” encierra ciertas manifestaciones artísticas que cobraron auge en Europa entre los siglos XIV y XV en los campos de la literatura, la música y las artes plásticas. En un mundo azotado por plagas devastadoras surge la danza macabra como un memento mori, recordatorio de la fragilidad dela vida terrena y la posibilidad latente de una muerte repentina, aunado a la búsqueda espiritual que exhorta a estar preparado,en cualquier momento, para rendir cuentas al Creador. 

Por medio del ámbito literario y plástico, el hombre de la saliente Edad Media manifiesta su inquietud no con la burla ni la representación lúdica de la muerte (como sucede en otras culturas), sino a través de la expresión del horror provocado por la muerte inesperada que es sublimado en tajante resignación que llega a tomar tintes de cinismo y de ironía. 

Se caracteriza por la representación de esqueletos humanos -símbolo de la muerte- danzando, moviéndose o jugando como si se aferraran a su vida perdida. Tanto el rico como el mendigo, el Papa como el hereje son representados en estas imágenes, la muerte es inevitable y es igualadora, al final todos somos huesos marchando a la tumba. 

En la danza macabra vemos esas diferencias terrenales se acaban en la muerte, y son los esqueletos bailando tan eufóricamente los que nos comentan que no importa cual haya sido la posición de una persona durante su vida, al fin y al cabo eso desaparece. 

La figura del esqueleto en los siglos XIV y XV, una época particularmente crítica, representaba a la muerte literalmente, un mundo repleto de plagas oscuras y guerras interminables pintaba un paisaje sombrio en las bóvedas de los cementerios donde los esqueletos se apilaban día tras día, y los crematorios que trabajaban la 24 horas del día no hacían mas que iluminar esta cruel realización. El mundo es efímero y lo efímero se acaba. 

Generalmente la Danza macabra suele confundirse con el Ars moriendi -las imágenes que muestran el arte de morir bien- pero no tienen mucho que ver unas con otras.

Podemos ver representaciones de esta alegoría en los grabados del siglo XV de Huy Marchant, quien se podría decir es uno de los “padres” del genero, Konrad Witz, Hans Holbein y en infinidad de frescos que pululan las capillas y cementerios más antiguos de Francia, Suiza y Alemania. Siendo la más famosa la obra -tristemente destruida- que se encontraba en el cementerio de los Santos Inocentes de París. 

En la poesía y literatura Goethe, Calderón de la Barca, Quevedo y muchos más de los más prominentes escritores que conocimos dejaron impresas sus impresiones sobre el tema. Generalmente la Danza macabra suele confundirse con el Ars moriendi -las imágenes que muestran el arte de morir bien- pero no tienen mucho que ver unas con otras.

El propio adjetivo "macabro", que los italianos toman del francés, deriva de la expresión danse macabré, refiriéndose a la "danza de los Maccabes", los heroicos personajes bíblicos cuyo culto era tan cercano a la muerte. 

Respecto al significado de este género en las artes visuales hay diversas interpretaciones, la primera de las cuales es, evidentemente, de carácter religioso: una lección de "memento mori", una invitación a la reflexión sobre la igualdad de todos ante la misma "guadaña", una llamada de atención y una exhortación a la humildad y la penitencia. 

Luego, hay quienes ven en la danza de la muerte una mordaz crítica contra la arrogancia, la degeneración, la excesiva opulencia de las clases privilegiadas. Igualmente, no faltan quienes ven un intento de exorcizar el final, dando entonces una explicación mágica, propiciatoria y divina. Otros creen, por último, que estas representaciones son una parodia de las procesiones y los espectáculos profanos que en el primer medievo estaban en auge y que tenían lugar en las iglesias y lugares de culto (se podría ver un paralelismo con el teatro títeres o, en parte, con la típica forma de la "gauratelle" napolitana.) 

La danza macabra, que ha inspirado tanta literatura y tanto arte en general (puede pensarse en los célebres versos de Lorenzo el Magnífico sobre la caducidad de la vida, o en los poemas de Totó dedicados a la muerte como un "estado", en las canciones de Angelo Branduardi comenzando con la bellísima "Ballo en fa diesis minore" dedicado a la danza macabra de Clusone (BG), en las grabaciones de Rethel, Billa, y Porter, por mencionar unos pocos), puede actuar, aún hoy, como un estímulo para la reflexión individual, la cual todos necesitamos para comprender qué lugar ocupa y a dónde se dirige.

La belleza de lo macabro reside, quizá, en el hecho de que realmente podamos fortalecer el espíritu y darle una nueva motivación, ayudándonos a comprender mejor nuestra propia experiencia humana. 

En conclusión, la presencia en estos valles de tan notables danzas macabras no es sino el reflejo de la sensibilidad de sus gentes por el misterio divino, o incluso por la vida y la muerte, aquella danza eterna de espíritus que a todos, incluso a Cristo, le alcanza antes o después.



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