lunes, 25 de enero de 2016

EL PROBLEMA DEL MAL NO TIENE RESPUESTAS Y SÍ MUCHAS PREGUNTAS

El Mal y el hombre moderno
 Por Angel I. Grimalt J.

El hombre es un lobo para el hombre
Plauto (254-184 a.C.) “Anfitrión”

INTRODUCCIÓN

En su labor continua e indiferente, la Historia va entrelazando la gigantesca cadena de los siglos y ordena los hechos humanos de modo para nosotros ininteligible. Es una interminable sucesión de eslabones del mal: sangre, sudor y lágrimas; de dolor, tristeza y miedo; de abandono, desesperación y muerte.

Si hay Un Dios benevolente, ¿por qué existe el mal y el sufrimiento? ¿El mal, existe en el Hombre moderno? Estas densas interrogantes sobre el origen y el por qué de las dolencias de la humanidad, que indudablemente constituyen el desafío individual más grande de la fe cristiana y del Hombre moderno, han vagado por la mente de los hombres desde los tiempos de Epicuro (341-270 a.C.), uno de los primeros intelectuales en interesarse en tan turbulento tema.

En este siglo XX debido a la gran cantidad de enfrentamientos bélicos y de otras muchas dolencias que han azotado a la humanidad, ocasionando pérdidas de vidas humanas y perjuicios aún más inconmensurables, han hecho resurgir la preocupación en la teología y la filosofía entorno al problema del mal en el Mundo moderno.

Esos cataclismos, esos genocidios, esas guerras, esa pululante hambruna… eso, mis queridos lectores, males que retuercen al Mundo moderno, males que ofenden a la humanidad entera, me han impulsado a indagar en un enigma, ese enigma que es la existencia del mal en el Hombre Moderno.

En esta monografía comenzaré brevemente con la definición del Hombre moderno, sus características y sus conflictos, para finalmente exponer diversas ideas y pensamientos respecto al Mal en el Hombre moderno; sobre el papel de Dios en el Mundo (su ausencia o presencia), el mal proveniente del hombre (libre albedrío) o la del mal como fenómeno exterior al hombre moderno, proveniente de su entorno, de su sociedad.

Con una breve aunque no superficial exposición de las ideas anteriormente planteadas, en donde ejemplificaré y analizaré, las distintas ideologías sobre el mal, intentaré llegar a una conclusión que satisfaga los paradigmas de la lógica y del racionalismo, sobre la existencia del mal en el hombre moderno. Un problema que tal vez nunca llegue a tener una respuesta tangible y racional dentro de nuestra limitada mente humana.

Hemos fracasado
sobre los bancos de arena del racionalismo
demos un paso atrás y volvamos a tocar
la roca abrupta del misterio.
Urs Von Baltasar.
(Cita de “Antes del Fin”, Ernesto Sábato. 1998)

CAPITULO I

“Uno se embarca hacia tierras lejanas, indaga la naturaleza, ansía el conocimiento de los hombres, inventa seres de ficción, busca a Dios. Después se comprende que el fantasma que se perseguía era Uno Mismo...”[Ernesto Sábato, (1951). Hombres y Engranajes.]

Con esta breve cita de Sábato, deja en claro que su tránsito por la literatura y por la vida ha sido una constante búsqueda de sí mismo, un anhelo de encontrarse, de conocerse. En su obra se encuentra plasmado el hombre moderno, el hombre contemporáneo que deseo introducir. 

Es que en ella se encierra la esencialidad del hombre concreto que él pregona, la constante lucha entre el bien y el mal, los irreducibles espacios de soledad por los que el hombre contemporáneo transita, y la victoria de la esperanza ante la muerte y el mal.

En su novela El Túnel (1948) el personaje principal Juan Pablo Castel es la representación que nos da del hombre moderno llevado hasta los límites, un hombre perdido y solo; “… en todo caso había un sólo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida”, con un pensamiento super-racional y misántropo que lo arrastra al final de la novela a la locura y el asesinato.

En síntesis el hombre moderno, la figura humana moderna; es un ser solo, lleno de conflictos internos, concebido  por la divinización de la máquina (tecnología) y la razón, junto con la concupiscencia del dinero. La razón viene acompañada por la curiosidad, la avidez por descubrir las leyes de la naturaleza, y la alegría cercana al éxtasis a medida que van siendo reveladas. Esto no es más que la búsqueda del conocimiento por parte del hombre, llegando hasta límites grotescos, arropados por la filosofía de “el fin justifica los medios” de Maquiavelo.

Este hombre vive dentro de una sociedad anárquica, inundada por el racionalismo y el exceso, llena de conflictos morales y éticos, pululante de pugnas por la política y por el poder, es decir, un ambiente duro y abominable.

“El desconcierto y el desamparo del hombre contemporáneo en un universo duro y enigmático. La caída del hombre en una realidad donde la burocracia y el poder han tomado el espacio de la metafísica y de los Dioses. Extraviado en un mundo de túneles y pasillos, atajos y bifurcaciones, entre paisajes turbios y oscuros rincones, el hombre tiembla ante la imposibilidad de toda meta…” [Ernesto Sábato. (1998) Antes del Fin.]

Este hombre conflictivo, que vive dentro de una sociedad aún más conflictiva, ejecuta actos que por lógica llevan una consecuencia. Ahora estas acciones son evaluadas y criticadas, aprobadas o reprobadas por los paradigmas del mundo. Es así como todos y cada uno de nosotros que formamos parte de esta sociedad, conocemos el concepto del Mal en el mundo. Nosotros como hombres, observamos hechos o sucesos, y tenemos la osadía de colocar ese calificativo tan baladí en la actualidad donde a pocos les importa la ética, sobre lo que es “bueno” y lo que es “malo”. 

Todos los hechos malignos que existen en el mundo son conocidos como el Mal. Pero no sabemos el ¿por qué del Mal?, ni aún menos ¿Quién es el culpable del Mal y del sufrimiento?

CAPITULO II

A lo largo del camino de la vida, nos encontraremos con infinitas bifurcaciones, viraremos en incontables recodos, y sufriremos innumerables golpes en nuestra existencia. El sufrimiento consecuencia de estos golpes, es el causante en la mayoría de nosotros de preguntarnos acerca del Mal.

Inevitablemente hay golpes de tal vigor, que inundan de tanto dolor al hombre logrando hacer resonar con diáfano sentido, los versos del poeta Cesar Vallejo (1892-1938) dentro de las ruinas circulares de su mente humana: 
“Hay golpes en la vida tan duros,
 golpes como del odio de Dios.”

1. Dios benevolente

Si hay Dios ¿por qué existe el mal y el sufrimiento? ¿Y si es omnipotente, por qué no lo evita?. Como punto de partida, no debemos escandalizarnos por formular la pregunta con la que hemos comenzado esta reflexión: ésta ha sido planteada también por parte de la teología católica. Por ejemplo el teólogo Hans Küng (1928-) afirma que “el dolor es la continua piedra de la confianza en la existencia de Dios”.

El ateo, aquel que no cree en Dios, a la hora de defender su postura, su base más fuerte es la del problema lógico del mal, según escribió David Hume (1711-77) acerca de Dios; "¿Está Él dispuesto a impedir el mal, pero no puede? Entonces es impotente. ¿Puede hacerlo pero no está dispuesto? Entonces es maligno.” (cita de Rood, Rick. s/f). Cuando seguimos los lineamientos de la lógica y el racionalismo, es imposible o ilógico la existencia simultánea de un Dios benevolente y todopoderoso, con la creciente realidad del mal y del sufrimiento en el mundo. Es obvio decir que este Dios “bueno” no permitiría que existiera el mal.

Pero por otra parte, en el Antiguo Testamento de la religión católica, el escritor bíblico sugiere que los caminos de este Dios benevolente son enigmáticos e insondables y están más allá del entendimiento humano. Entonces podemos decir que el Mal que entendemos nosotros como hombres, no es más que una ilusión del bien, ininteligible para nuestra simple mente humana, y que sólo puede ser apreciada por esa deidad o Dios benevolente. “¿Qué es el mal sino el bien torturado por la propia hambre o por la propia sed?” (Jalil Gibrán, El Profeta)

2. Libre albedrío, el Hombre moderno como ente del Mal

Tenemos conciencia en la vida cotidiana, al tomar infinitas decisiones con el pasar de los minutos, que uno de los regalos de mayor valor que se nos ha concedido en  la vida, en este mundo que conocemos, es el del libre albedrío; la libertad de voluntad, la capacidad del individuo de elegir una línea de acción, sin verse manejado por influencias externas a su pensamiento.

En este mundo en donde vagan el estigma del sufrimiento y la daga del dolor empujada por la mano del hombre moderno, al hacer mal uso de su libertad, la voluntad del hombre es propia y sólo él se hace responsable de sus actos, Dios no es más que un simple espectador. Entonces ese hombre obnubilado por las obras malignas, esos individuos que se encuentran en nuestra especie que son capaces de disfrutar con el mal, de obrar de forma egoísta causando dolor y sufrimiento al prójimo con el fin de alcanzar el bien propio o con el fin de conseguir conocimiento. 

Ese Hombre que pulula en la sociedad moderna, ¿Por qué ese hombre es así? Podemos tratar de entender el comportamiento del Hombre moderno, por medio del pensamiento de uno de los más grandes intelectuales franceses, Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), quien en su obra El Contrato Social, expone sus reflexiones, las cuales precisan que el “estado natural” del ser humano es bueno. Describe al hombre natural en los términos del “buen salvaje”, teoría muy popular que junto con su célebre aserto: “Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo degenera en manos de los hombres”, nos da a entender que el mal no nace, sino que se hace;  Que el Hombre moderno al vivir en la sociedad se ve llevado gradualmente a la necesidad de establecer vínculos sociales, saliendo de su “estado natural” en consecuencia “el hombre ha sido corrompido por la sociedad”, convirtiéndolo en un ente del mal al tener contacto con ella.

Otro gran pensador Immanuel Kant (1721-1804), quien vivió durante el mismo siglo XVIII que Rousseau, escribió que “todo hombre adolece de una inclinación natural al mal”, por ello, todos los padecimientos del Hombre moderno en su vida, en su sociedad, no hacen más que empujar un copo de nieve colina abajo en pleno invierno, que termina convirtiéndose en avalancha al culminar su desarrollo como individuo. Pero esta justificación del mal en el hombre es algo derrotista para mi gusto.

Tal vez nunca llegaremos a comprender la maligna mente del hombre moderno, pero lo que sí entendemos es que el hombre al nacer y entrar en este mundo moderno, es víctima en el peor de los casos del azar desde temprana edad, de los zarpazos de la humanidad y de la sociedad. 

Lamentablemente su frágil mente no es capaz de soportar los infortunios de la vida, retorciéndose y tornándose hacia el “lado oscuro del yo”, en busca de ser confortado, lo cual sólo puede hallar en el odio y el rencor. Así como lo señala Mary W. Shelley (1797-1851), en las palabras del monstruo de Frankenstein, en el último capitulo del libro en donde presencia la muerte de su acosado creador:

“Mi corazón estaba concebido para el amor y la simpatía, y cuando la desdicha lo transformó hacia la maldad y el odio, sufrí un tormento que no puedes siquiera imaginar
… el mal se convirtió desde entonces en el bien para mí.”


La existencia del Mal en el mundo Moderno es irrefutable para nuestra mente y nuestro racionalismo, ahora que sea una fachada del Bien de Dios, ininteligible para nosotros los hombres modernos, es algo que (hasta ahora) nunca podremos discernir.

El Mal en el mundo; ¿Eliminar el Mal? ¿Qué sería el Bien sin el Mal?, Se me hace difícil pensar en la existencia de uno sin que exista el otro. El Mal le da sentido a la búsqueda del bien por parte del hombre, nos hace querer superarnos, aunque sea a dolorosos precios. Pero es cierto que nosotros también podemos ser culpables al consentir el mal, o al no luchar contra la sociedad o contra nosotros mismo para evitarlo. "El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad." Albert Einstein (1879-1955).

Sobre la sociedad corrupta moderna, en donde vive o podemos decir sobrevive el hombre moderno, acosado por individuos u hombres de emociones tormentosas, misántropos que vagan por la vida bajo el peso de un yunque de sentimientos de rencor y culpa, causado por misteriosos pecados o dolencias del pasado. Mis queridos lectores no hay camino más lleno de zarzas que el de la vida en sociedad, pero no es cierto que el hombre esté derrotado.

Ernesto Sábato en su última entrega literaria (1997). Escrita cuando ya tenía 86 años, con el sugestivo título de Antes del fin, hace una especie de declaración de esperanza, de fe en el ser humano, dedicada a la juventud: “Sí, escribo esto sobre todo para los adolescentes y jóvenes, pero también para los que, como yo, se acercan a la muerte…” y enuncia de esta manera su principal mensaje: “…Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso… Sólo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido.”

Cuanta fuerza elemental y esperanza. Ante todo, compañeros en este sondado camino que fue mi monografía, optimismo frente al mal, Mal que seguirá vagando libre entre nosotros. Simplemente, nos queda vivir, mientras esta espada de Damocles pende inevitablemente sobre nuestras vidas. Les dejo unos versos de Andres Eloy Blanco (1896-1955):

 ¡Qué bien se ve todo el mundo
por el cristal de las lágrimas!
Los caminos están frescos.
Los campos verdes de agua;
Hay un iris en las cosas,
que me las llena de gracia.
La vida es buena, Hilandera,
la vida no tiene zarzas;
¡quítame la larga venda
que me pusiste en la cara!
                                
La Hilandera (fragmento)




BIBLIOGRAFÍA

  • Descartes, René. (1982), Discurso del método, Madrid; editorial EDAF.
  • Enciclopedia Microsoft® Encarta® 99. © 1993-1998 Microsoft Corporation
  • Escuain, Santiago. (s.f.) El Origen del Mal [Documento en línea]
  • Gibrán, Jalil. (1991), El profeta, Madrid; Editorial EDAF.
  • Maquiavelo, Nicolas. (1991), El Príncipe, Madrid: Editorial EDAF.
  • “Poesías famosas Antología Universal”. (s.f.) Impreso por Editexto, s.r.l.. Caracas.
  • Quintana, Ricardo. (s.f.) El Mal [Documento en línea]
  • Rousseau, J. J. (1993), Contrato social, Madrid: M. E. Editores.
  • Anónimo. (s.f.) El Contrato Social. [Documento en línea]
  • Rood, Rick.(s.f.) El problema del mal: ¿cómo puede un Dios bueno permitir el mal?
  • Rucio, Verónica. (s.f.) El mal en Sören Kierkegaard
  • Sábato, Ernesto. (1998), Antes del Fin, Colombia: Editorial Seix Barral.
  • Sábato, Ernesto. (1990), Hombres y Engranajes, Colombia: Editorial Seix Barral
  • Sábato, Ernesto. (1983), El Túnel, Madrid: Ediciones Cátedra.
  • Shelley, Mary. (1993), Frankenstein o el moderno Prometeo, España: Ediciones Gaviota.

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