CUENTOS DEL TAO
¿Quieres ser realmente feliz? Puedes empezar por agradecer quién eres y lo que tienes. ¿Quieres realmente sentirte desgraciado? Puedes empezar por sentirte descontento. Como Lao Tse escribió: "Un árbol tan grande como puedas abarcar empieza siendo una semilla; un viaje de mil leguas empieza con un paso".
La sabiduría, la felicidad y la valentía no están esperando en alguna parte fuera de nuestro alcance, al final de una línea recta; sino que forman parte de un ciclo continuo que empieza justo aquí. No son solamente el final sino el principio también.
Chuang Tse lo describe de esta manera: En todas partes se reconoce que el espíritu valeroso de un solo hombre puede inspirar a un ejército de miles de soldados a la victoria. Si una persona preocupada por obtener un beneficio ordinario puede crear dicho efecto, ¡cuánto mayor será el producido por alguien que se preocupa por cosas más grandes!
Del libro "El Tao de Pooh", de Benjamin Hoff
EL PICAPEDRERO
Erase una vez un picapedrero que estaba insatisfecho consigo mismo y con su posición en la vida. Un día pasó por la casa de un comerciante rico, y por la puerta entreabierta vio muchos objetos delicados y visitantes importantes.
-¡Qué poderoso debe ser ese comerciante! -Pensó el picapedrero. Se llenó de envidia y deseó poder ser algún día como el comerciante. Así no tendría que vivir más la vida de un picapedrero. Para su sorpresa, rápidamente se convirtió en el comerciante, disfrutando de más lujos de los que nunca podría haber soñado, y envidiado y detestado por aquellos menos ricos que él. Pero un día pasó por allí un alto funcionario de la corte, transportado en una silla de mano, acompañado por sirvientes y escoltado por soldados que hacían sonar unos gongs. Todas las personas, por ricas que fuesen tenían que hacer una reverencia ante la procesión.
-¡Qué poderoso es ese oficial! -Pensó-. ¡Ojalá pudiera ser yo un alto funcionario!
Entonces se convirtió en un alto funcionario, transportado a todas partes en su silla bordada de mano, temido y odiado por la gente que le rodeaba, que tenía que hacer una reverencia ante él cuando pasaba. Era un día caluroso de verano, y el funcionario se sentía muy incómodo en la pegajosa silla de mano. Miró al sol. Brillaba orgullosamente en el cielo, sin ser afectado por su presencia.
-¡Qué poderoso es el sol! -Pensó-. ¡Ojalá pudiera ser yo el sol!
Entonces se convirtió en sol, brillando intensamente sobre todo el mundo, abrasando los campos, maldecido por granjeros y trabajadores. Pero una nube muy grande y negra se interpuso entre él y la tierra, para que esa luz no pudiese brillar más sobre todas las cosas que estaban abajo.
-¡Qué poderosa es esa nube de tormenta! -Pensó-. ¡Ojalá pudiera ser yo una nube!
Entonces se convirtió en la nube, inundando los campos y los pueblos, recogiendo quejas de todo el mundo. Pero pronto se dio cuenta de que había sido desplazado por una gran fuerza y descubrió que era el viento.
-¡Qué poderoso es! -Pensó-. ¡Ojalá pudiera ser yo el viento!
Entonces se convirtió en viento, tirando las tejas de los tejados de las casas, arrancando de cuajo los árboles, odiado y temido por todos los que estaban bajo sus efectos. Pero después de un tiempo, chocó contra algo que no se movía, aunque soplase con todas sus fuerzas contra ello: una piedra enorme como una torre.
-¡Qué poderosa es esa piedra! -Pensó-. ¡Ojalá pudiera ser yo una piedra!
Entonces se convirtió en la piedra, con más poder que ninguna otra cosa sobre la tierra. Pero tan pronto como se plantó allí, escuchó el ruido de un martillo golpeando un cincel en la piedra sólida y se sintió cambiado.
-¿Qué puede ser más poderoso que yo, la piedra? -Pensó. Miró hacia abajo y vio muy por debajo de él la figura de un picapedrero.
Cuento Chino
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