La New Age
Por Bernardo Nante (*)
Se evitarían muchas discusiones inútiles o, por el contrario, se resolvería más de una controversia o contradicción si antes de abordar la cuestión se definieran los términos fundamentales involucrados en la misma. Uno de esos términos es "New Age", que suele aplicarse habitualmente a un conjunto de teorías, doctrinas, prácticas y comportamientos tan diversos entre sí que, en definitiva, el término en cuestión pierde todo significado preciso.
En una época como la nuestra, tan proclive a las fórmulas fáciles, "New Age", por lo general, pasó a ser un comodín para referirse a toda expresión de una pseudoespiritualidad contemporánea, si se quiere "postmoderna", caracterizada por formulaciones y prácticas acríticas, arbitrarias, sincréticas, carentes de todo fundamento ontológico que no sólo no concitan el compromiso de las personas, sino que las afirma en su individualismo, relativismo, hedonismo. En sus escenarios más burdos, forma parte de los discursos y las prácticas de ciertas "casas de belleza" en donde, junto a las inevitables depilaciones y cremas, se recomiendan pases y armonizaciones energéticas y toda clase de "buenas ondas" que alientan una aceptación supersticiosa, tan efímera como la duración de un peinado, aunque no tan útil. Lamentablemente, esta parodia forma parte de nuestra realidad cotidiana.
La situación sería fácil si reserváramos el término "New Age" para esos modos de frivolidad contemporáneos pero, de hecho, se aplica equívocamente a fenómenos de lo más diversos. Es la suerte que tienen reservados todos los términos que se vacían de significado y que a la vez se cargan de una valoración unilateral, sea ésta únicamente positiva o negativa. La pereza intelectual y la ignorancia espiritual no tienen límites, porque no pocas veces se arrojan en la misma bolsa teorías y prácticas tradicionales auténticas de Oriente y Occidente, psicologías transpersonales y espirituales y diversas corrientes contemporáneas que, al menos, requieren un alto grado de elaboración y compromiso.
Por cierto, la cuestión es compleja, pues: ¿quién tiene en sus manos el criterio último para determinar la autenticidad o inautenticidad de una vía espiritual? Dicen tenerla, sin duda, escépticos y dogmáticos exclusivistas a ultranza; los primeros –los escépticos– ponen en la bolsa de la superstición a toda manifestación religiosa o espiritual; los segundos –los dogmáticos exclusivistas– no dudan que, salvo su propia modalidad religiosa y espiritual, toda otra es falsa y hasta desviada. En todo caso, admitirán unos y otros que existen ilusiones espirituales más o menos elaboradas y personas erradas más o menos sinceras, pero todos están signados por la falsedad.
Sin duda, más extrema será la actitud frente a las variantes espirituales contemporáneas, pues ni siquiera decantaron en formas culturales populares, es decir, no son siquiera una verdad sociocultural como puede serlo, por ejemplo, el cristianismo o el hinduismo que no sólo se expresa espiritualmente sino que embebe la vida cotidiana de los pueblos.
Y, sin embargo, el concepto inicial de "New Age", no parece estar disociado de una cierta orientación más o menos consciente de la cultura planetaria. Develar esa acepción inicial y los matices que de ella se derivan hasta alcanzar la versión más extrema, si se quiere frívola y "derivada" de New Age, permitirá comprender aspectos fundamentales de la situación espiritual de desamparo, y a la vez de oportunidad, en la cual se encuentra el hombre contemporáneo. Por cierto, el tránsito por esas acepciones irá develando un criterio limitado pero orientador, matizado y pluralista –ni escéptico, ni exclusivista– para abordar las diversas formas espirituales.
Siguiendo a Wouter Hanegraaff, puede hablarse de New Age en sentido estricto y en sentido amplio. En sentido estricto alude a aquel movimiento para el cual su foco de atención consiste en la expectación de una inminente nueva era en la cual el mundo se transformará espiritualmente o, al menos, se mejorará significativamente.
En sentido amplio alude a una serie de tendencias (teorías y prácticas) referidas a ciertas cuestiones específicas que, siguiendo al autor mencionado, podrían agruparse en cuatro: canalización ("channeling"), curación y crecimiento personal, ciencia de la Nueva Era, neopaganismo. Estas cuatro tendencias reciben la influencia de tradiciones espirituales anteriores pero, en todos los casos, manifiestan características propias. Podría afirmarse que son una expresión, en algunos casos "actualizada" (adaptada a la época) y, en otros, "deformada" (cercana al "ocultismo") de las tradiciones esotéricas.
¿Pero cómo se relacionan con la definición de la New Age en sentido amplio? Estas tendencias, supuestamente, serían los medios, las concepciones y las prácticas, que anticipan y procuran el advenimiento de la nueva era.
Volvamos a la concepción general de la New Age, a su definición en sentido amplio. Si dejamos de lado todas las frivolidades, en definitiva, todo aquello que agrupamos bajo la definición inicial de la New Age; cabe preguntarse: ¿Tiene sentido plantearse el advenimiento inminente de una nueva era?
Es difícil disentir con la idea de que estamos atravesando una nueva época de la historia, plena de incertidumbres y de cambios. ¿Se trata de un cambio meramente "histórico", "social" o bien responde a una orientación espiritual del destino, del "sino" de la humanidad y, acaso, del planeta, más aún, del cosmos? Si este último fuera el caso, la expresión New Age –no sus deformaciones– tendría una relevancia distinta, si se quiere, "ontológica". De hecho, existen muchas voces, en algunos casos dentro de las mismas religiones históricas, que así interpretan los signos de los tiempos.
En teoría de las religiones, se denomina "milenarismo" o "apocalipticismo" a todo movimiento religioso que sostiene el advenimiento de una nueva era espiritual. Aunque los términos se usan a veces de modo equívoco, conviene reservar el término "apocalipticismo" para quienes sostienen que sobrevendrá el fin de los tiempos previa catástrofe –hasta alcanzar la casi total destrucción, con excepción de los justos– y que el nuevo orden mundial, será radicalmente diferente; se tratará de un orden trascendente. El milenarismo, en cambio, sueña con la transformación de nuestro mismo mundo en uno perfecto y justo sin que medie obviamente su total destrucción.
Este último suele ser propio (aunque no exclusivo) de la New Age y el "apocalipticismo", propio (aunque no exclusivo) de las corrientes fundamentalistas y sectarias. Mientras que la New Age suele ser inclusiva (es decir acepta diversidad de cosmovisiones), el sectarismo es exclusivo; por lo tanto, la redención o salvación en un caso (New Age) estaría al alcance de todos y son muchos los caminos que lo muestran, mientras que en el otro (sectarismo) estaría sólo al alcance de aquellos que adhieren a la corriente sectaria correspondiente. Es interesante notar que New Age y "sectarismo" parecen ser dos expresiones típicas de nuestra época: la New Age es relativista (todo o casi todo vale), el sectarismo es fundamentalista (sólo vale lo propuesto por la secta).
Vale la pena distinguir las características de una y otra modalidad. Para ello, tomamos la distinción que hace el sociólogo Colin Campbell entre un fenómeno contemporáneo que caracteriza a la New Age (el "medio cúltico") y la secta:
Medio Cúltico Secta
Individualista Colectivista
Apenas estructurado Muy estructurado
Se exige poco a sus miembros Se exige mucho a sus miembros
Tolerante Intolerante
Inclusivista Exclusivista
Transitorio Estable
Límites borrosos Claramente circunscripto
Sistema fluctuante de creencias Sistema estable de creencias
Organización rudimentaria Organización estable
Altamente efímero Persiste en el tiempo
Un poco de historia
Suele ubicarse el surgimiento de la New Age en la década de 1960 y como una expresión de la contracultura de esa época (recuérdese al respecto el musical Hair que celebraba la llegada de la "Era de Acuario"). Esto es en parte cierto, pero aquello que más caracteriza lo que suele entenderse hoy por New Age, se ubica a partir de la década del '70 y del '80 y se relaciona con movimientos espirituales (o pseudoespirituales) muy anteriores.
Las características de esa contracultura de los años '60 (ideología izquierdista, compromiso con una acción radicalizada, uso de drogas psicodélicas) no se encuentra en la literatura propia del '70 y mucho menos del '80 en adelante.
Si bien, aparentemente, el término New Age lo utiliza por primera vez el poeta y pintor visionario inglés William Blake hacia el año 1804, es David Spranger a quien se considera uno de los " padres de la New Age". Spranger estuvo involucrado en la década de los '50 con grupos interesados en el fenómeno OVNI y luego fue una de las figuras centrales del movimiento Findhorn en Escocia. En su libro Revelation: The birth of a New Age, Spangler relata que tuvo experiencias psíquicas ("paranormales") desde chico y que en 1970 fue a Europa debido a que su "guía interior" le indicó que allí hallaría las claves para su nuevo ciclo. Así llegó a Findhorn y comenzó a "canalizar" una entidad que se autodenominaba "Amor y Verdad Ilimitados". Esto dio como resultado siete transmisiones sobre el advenimiento de la Nueva Era que constituyen el meollo del libro mencionado. Cuando Spangler vuelve a EE.UU., descubre con desagrado que constituye un texto básico de la entonces emergente cultura de la New Age y que a él se lo considera una suerte de medium. Con el tiempo, este autor intentará diferenciarse de la "locura" de las canalizaciones que comienza en la década del '80.
Varios otros autores podrían agregarse; basta mencionar a George Trevelyan, A Vision of the Aquarian Age y, sobre todo, a Marilyn Ferguson, The Aquarian Conspiracy: Personal and Social Transformation in the 1980s. Este último libro, publicado en 1980, sostiene que está ocurriendo actualmente una poderosa transformación de la sociedad que comienza en el individuo; redes no jerárquicas de personas afines cambiarán los fundamentos de la sociedad industrializada. Como el libro esperaba cambios inminentes que no ocurrieron, en la edición de 1990 se le cambió el subtítulo y, se cambió "en los '80" por "en nuestro tiempo". Otra obra importante fue la de Fritjof Capra; relacionado con este tema, particularmente, The Turning Point: Science, Society and the Rising Culture. Este libro apareció en 1982 y se basa en la necesidad de cambiar el paradigma cognitivo newtoniano - cartesiano que aún nos gobierna, por uno holístico.
Pero un tipo de obra muy diversa representa el glamour de la New Age y el inicio (o el énfasis) de una frivolidad creciente que alcanza a los medios audiovisuales. Tal es el caso de Shirley MacLaine; entre sus varias obras, Out on a Limb, marcó una época y luego fue adaptada para una miniserie muy popular que salió al aire en 1987. La parte más importante del libro describe sesiones de regresión a vidas pasadas hasta alcanzar su "Sí Mismo Superior" en la forma de un andrógino. Con el tiempo, la actriz y autora fue moderando su interés por la New Age y la espiritualidad para abocarse a cuestiones más estrictamente psicológicas.
Aunque la lista es muy incompleta, basta para mostrar la diversidad de perspectivas en algunos textos iniciales representativos de la New Age.
Hagamos ahora brevemente una referencia a los cuatro "rubros" o "tendencias" que constituyen la New Age en sentido amplio, es decir, que no se abocan al advenimiento de una nueva era, pero proponen saberes que están en consonancia con ese espíritu; más aún, saberes que supuestamente lo procuran.
1. Canalización
La canalización consiste en el proceso por el cual una persona actúa como "canal" de información y/o poder que proviene de una fuente ajena a la misma (tal fenómeno no es exclusivo de la New Age y, con variadas características, lo hallamos en todas las culturas desde tiempos pretéritos). Las fuentes de la canalización son diversas pero, por lo general, se trata de "entidades" desencarnadas que viven en elevados niveles del ser, aunque la literatura al respecto incluye casi todo lo que posee inteligencia; desde maestros ascendidos, guías espirituales, ángeles, extraterrestes, personajes históricos, Dios o la Fuente Última, Mente Universal, inconsciente colectivo hasta animales desencarnados, gnomos, hadas, plantas, etc. Esta canalización, que se realiza en trance o con conciencia, se supone que representa una sabiduría superior a la humana aunque no necesariamente infalible.
Spranger y Shirley Mac Laine, ya mencionados, representan dos ejemplos bien distintos entre sí de los múltiples casos de supuesta canalización en la New Age. Pero Edgar Cayce (1877 - 1945), anterior a la New Age, constituye quizás en este sentido el más extraordinario "canal" del siglo XX, al menos dentro de las corrientes espirituales populares. En 1900, a raíz de una laringitis pierde su voz y cuando un hipnotizador lo pone en trance, Cayce diagnostica correctamente su mal y prescribe un tratamiento. La noticia corrió rápidamente y luego se demostró que era capaz de hacer lo mismo con terceros; sus diagnósticos y prescripciones fueron muy precisos y numerosísimos. A partir de 1923, al adoptar una concepción reencarnacionista, describe en trance vidas pasadas y así explica determinadas enfermedades. Estas supuestas lecturas del pasado lo llevaron a proveer información detallada sobre circunstancias históricas y bíblicas, culturas olvidadas, etc. En 1931 se crea la Association for Research and Enlightenment que luego de la muerte de Cayce, ya a cargo de su hijo Hugh Lynn, publica las transcripciones de las canalizaciones por Cayce, compiladas y comentadas por diversos autores. Según parece, la publicación de la biografía de Cayce a cargo de Thomas Sugrue, There is a River: The Story of Edgar Cayce, en 1942 produjo una enorme avalancha de pedidos y una consecuente labor que aceleró su muerte, acaecida en 1945.
2. Curación y crecimiento personal
La relación entre "curación" y "salvación" la hallamos en todas las tradiciones espirituales. Como señaló un estudioso de la religión, C. J. Bleeker, el hombre se siente a menudo débil, carente de poder, mortal, tonto, pecaminoso, culpable, pero añora ser íntegro, feliz y espiritualmente puro y fuerte. Por ello, toda religión (en el sentido amplio del término) es una religión de la salvación. En ese contexto se inserta un concepto de "curación" espiritual e integral diverso del concepto limitado de la medicina moderna que se limita a curar o, si se quiere "sanar", enfermedades específicas. Las terapias alternativas pretenden retomar ideas antiguas y, de hecho, parecen hacerlo con mayor o menor seriedad y eficacia; pero todas ellas enfatizan una concepción "holística" del hombre y de la enfermedad.
La misma medicina moderna (llamada "tradicional", con "t" minúscula) en algunos casos incorpora en su praxis este concepto pero, en definitiva, mantiene su paradigma biofísico, según el cual la salud, la enfermedad y el morir es determinable por medios empíricos y racionales. La interpretación "holística" se agrega como una interpretación personal aceptable en la medida en que no afecte el modelo biofísico mencionado. Las terapias alternativas intentan darle sentido a la enfermedad y a la salud; la curación es así "educación" y una oportunidad de crecimiento personal. Por cierto, este paradigma, aceptable desde el punto de vista espiritual, se presta a simplificaciones y a la creación de sistemas ficticios de curación basados en algunos casos en supuestas "canalizaciones". Una evidente simplificación consiste en dar una interpretación "semiótica", esquemática de la enfermedad; según ese punto de vista siempre determinada enfermedad estaría indicando un determinado desarreglo espiritual (al respecto, vale la pena leer las equilibradas palabras de Anselm Grün aquí adjuntas).
Suele incluirse en este rubro al Movimiento de Potencial Humano, término acuñado por Abraham Maslow en la década del '40 como precursor de la Psicología Transpersonal que aparece en la década del '60. Sus predecesores –no siempre bien reconocidos– fueron William James y C. G. Jung. Como ya lo señalamos oportunamente. Este movimiento (como ya lo había señalado Jung) sostiene que la sociedad moderna, que presiona excesivamente a las personas exigiéndoles una sobreadaptación a la misma, produce individuos aislados y desolados que han perdido el contacto con su ser interno y, por ende, con un sentido más profundo de la vida.
Si bien la psicología transpersonal tiene el mérito de aceptar las experiencias místicas y rechazar las interpretaciones reduccionistas de otras corrientes psicológicas, a nuestro entender sus planteos son –a veces– desparejos; por ejemplo, no siempre se distingue claramente qué es "psíquico", fenoménico y qué es "metafísico", espiritual. Asimismo, a veces se toman los conocimientos espirituales de las tradiciones orientales de modo acrítico y se llega a una amalgama confusa.
Por otra parte, algunos de estos problemas podrían –a nuestro entender– superarse si se tuviera en cuenta la obra de Jung –a quienes apenas mencionan o no siempre comprenden– que en muchos aspectos anticipa y profundiza no pocas de estas cuestiones. A esto debe agregarse que es necesario conocer más a fondo las tradiciones esotéricas occidentales que constituyen en parte nuestra identidad, constituyen de nuestro inconsciente cultural. Uno de los grandes autores transpersonales, Charles Tart, reconoce:"La creación de esta psicología transpersonal es una empresa a largo plazo".
Existen otras corrientes, tal es el caso del "holismo" (de "holon"=totalidad) o, más exactamente, la "curación holística" vinculada a la anterior. El término "holismo" fue acuñado en 1926 por el sudafricano J. C. Smuts, pero quienes lo retoman en la década del '60, suelen omitir a su creador.
Más allá de sus variantes, el holismo sostiene que todo hombre posee una relación única y holística de cuerpo, mente, emociones y espíritu. En este contexto, la curación es un proceso por el cual una persona conquista, "realiza", perfecciona o hace consciente esa esencia y de ese modo se integra a los poderes internos del universo. La curación holística que retoma antiguos sistemas de curación y propone nuevos, ofrece múltiples variantes: acupuntura, biofeedback, quiropraxia, homeopatía, iriología, Feldenkrais, reflexología, visualización, curación por hierbas, música, colores, etc. Puede imaginarse cómo lo muy serio se ofrece muchas veces junto a aquello que no lo es.
Cercano a lo transpersonal se encuentra la "conciencia chamánica". Como es sabido, el chamán para las culturas arcaicas percibe los mundos de las almas, espíritus y dioses y, en estado de trance puede viajar a esos mundos para aprender de ellos y adquirir poder sobrenatural. Pero, mientras que en las culturas tradicionales ese saber y ese poder están al alcance de pocos, la New Age considera que en principio está al alcance de todos. Uno de los difusores de esto fue el antropólogo Michael Hartner, quien fue iniciado en Amazonas mediante la ingesta ritual de Ayahuasca, la poción sagrada de los indios Conibo.
3. Ciencia New Age
La ciencia New Age hereda –a veces para adaptarla a la ciencia contemporánea, otras para deformarla– la visión de la ciencia antigua que era sabiduría y conocimiento que en última instancia aspira a la gnosis. Quizás el antecedente más directo lo hallamos en la Naturphilosophie (lit. "Filosofía Natural"), una corriente científica propia del romanticismo alemán y de otros autores de principios del siglo XIX (por ejemplo, Goethe) que sostiene una aproximación intuitiva y a la vez rigurosa a los fenómenos, enfocando su atención en la realidad subyacente a los mismos.
Los científicos de esta corriente contemporánea critican el reduccionismo de la ciencia oficial y presentan sus perspectivas como la vanguardia de un progreso científico aún no aceptado. La mayor parte de sus exponentes son científicos de reconocida trayectoria aunque su visión no sea compartida por la mayoría de sus colegas. Algunos gozan de un reconocimiento en áreas de investigación básica "ortodoxa" (David Bohm, el premio Nobel Ilya Prigogine); otros mantienen sus puestos en las universidades (Peat, Jansch) y, por último, unos pocos abandonaron su carrera académica para abocarse a la difusión masiva de sus ideas (Sheldrake, Capra).
4. Neopaganismo
No siempre se incluye esta corriente dentro de la New Age. El neopaganismo mantiene una crítica contra el cristianismo institucionalizado; aunque hay algunos neopaganos que se consideran cristianos pues para ellos el neopaganismo expresa el verdadero núcleo del cristianismo. El neopaganismo intenta recuperar la visión según la cual el hombre debería estar más integrado a la naturaleza y considera que la pérdida de esa integración propia del mundo moderno es la responsable de los graves problemas ecológicos que afectan al planeta. El neopaganismo incorpora como práctica fundamental la magia ceremonial que, sin duda, se presta a deformaciones y arbitrariedades. De hecho, se considera que retoma las prácticas ocultistas del siglo XIX. Un caso particular es el movimiento moderno de hechicería denominado Wicca, originado en Gran Bretaña en 1939 quizás más cercano a un movimiento sectario, de acuerdo con las características que se describen más arriba. Existe alguna literatura seria (aunque discutible) sobre el tema y abundante material prescindible y confuso.
Conclusión
"New Age" suele aplicarse a todas aquellas corrientes que banalizan una tendencia espiritual muy seria de nuestra época que consiste en definitiva en rescatar de diversas formas el concepto de vocación humana.
Trabajar en la propia vocación a partir de la propia singularidad, desde el modo único e irrepetible de estar en el mundo, para así colaborar con la trama universal visible e invisible de sentido con la convicción de que se está construyendo un mundo mejor, es una idea que aparece en las propuestas de C. G. Jung, Teilhard de Chardin, Aurobindo, Panikkar, etc., con diversas variantes. Allí puede ser lícito aplicar el término New Age si no se lo confunde con su acepción corriente. Sin embargo, no pocas veces se lo utiliza injustamente para desacreditar las miradas innovadoras o revitalizadoras de la espiritualidad tradicional. Pero esas críticas provienen, a nuestro entender, de miradas enquistadas, tibias y temerosas de perder su poder.
Sin duda, la singularidad a la que se atiene la New Age puede convertirse en un espejismo, en un modo de cultivar el narcisismo y encerrar al yo en sus caprichos y frivolidades. La espiritualidad y la solidaridad se convierten así en una moda, en un objeto de consumo. Se suman saberes y técnicas, pero no se conquista una pureza de corazón y todo cambia para que nada cambie.
En épocas de gran confusión, en donde cada vez es más vigente aquello de la Biblia junto al calefón, es fundamental cultivar al hombre correcto para que lo impropio se deseche solo y hasta actúe correctamente.
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