Dos caminos hacia la misma cumbre
Ananda Kentish Coomaraswamy
Este artículo fue publicado en diversos libros y recopilaciones sobre el sabio hindú, amigo epistolar de René Guénon, y considerado uno de los principales escritores tradicionalistas. El libro de donde se ha sacado esta versión es “Las grandes religiones enjuician al Cristianismo”, Ed. Mensajero, Bilbao, 1971.
Consideremos por un momento el punto de vista expresado por los clásicos y otros no cristianos cuando hablaban de una religión distinta a la suya. Ya hemos citado a Filón. Y Plutarco, con amarga ironía, ataca a los evemeristas (1) griegos que "difunden el ateísmo en todo el mundo abandonando los dioses de nuestra fe y transformándolos todos en nombre de generales, almirantes y reyes", y a los griegos que ya no podían distinguir a Apolo (el Sol inteligible), de Helios (el Sol sensible), y sigue hasta decir: "Y no hablamos de los distintos dioses de los diversos pueblos, o de los dioses como "bárbaros" y "griegos", sino como uno común a todos, aunque denominado con nombres distintos por los diversos pueblos, de modo que de la Unica Razón (Logos) que ordena todas las cosas, o la Unica Providencia que todo vigila, han surgido las potestades menores (dioses, ángeles) que están destinadas a cuidar de todas las cosas, que obtienen en los distintos pueblos diversas denominaciones y competencias, según sus costumbres y caracteres" (2); Apuleyo reconoce que la Isis egipcia (nuestra Madre Naturaleza, y Madonna, Natura Naturans, Creatrix, Deus) es adorada en todo el mundo de modos diversos y con cultos diferentes" ("El asno de oro").
Jahangir, el emperador musulmán de la India, al escribir a su amigo y maestro el eremita hindú Jadrup, dice que "su Vedanta es lo mismo que nuestro Tasawwulf", y, de hecho, en el Norte de la India abunda un tipo de literatura religiosa en la que es difícil, sino imposible, distinguir los elementos musulmanes de los hinduistas. La diferencia de las formas de religión es innegablemente, como observa el profesor Nicholson, "una doctrina fundamental Sufí" (3). Así, encontramos a un Ibn-al-'Arabi afirmando: "Mi corazón es capaz de toda forma, es un pastizal para las gacelas y un convento para los monjes cristianos. Y un templo de ídolos y la peregrinación de la Kaaba, y las tablas de la Torah y el libro del Corán. Yo sigo la religión del Amor, cualquiera que sea la ruta que siga este camello, mi religión y mi fe es la verdadera religión" (4).
Es decir, que tú y yo, cuyas religiones son diferentes, podemos decirnos uno al otro "la mía es la religión verdadera" y "la tuya es la religión verdadera", ya que ni uno ni otro, ni ambos, somos verdaderamente religiosos por la forma de nuestra religión sino por nosotros mismos y por la gracia. Por eso dice también Saham-i-Tabriz: "Si la expresión de mi Creencia se ha encontrado en un templo de ídolos ¡Fue pecado mortal el limitar la Kaaba! Pero la Kaaba no es una iglesia si Su huella se ha perdido. Mi Kaaba es cualquier "iglesia" en la cual se ha encontrado Su huella" (5). De igual modo, en el Hinduismo, el poeta santo tamil, Tayumanavar, dice, por ejemplo, en el himno a Siva: "Tú inspiraste debidamente como maestro a millones de religiones. Tú te has mostrado en cada religión como fundamento de multitud de tratados, disertaciones, ciencias, temas convertidos en su dogma, en su meta final" (6).
El Bhaktakalpadruma de Pratapa Simha sostiene que "cada hombre podría, en cuanto Tú lo permites, ayudarse con la lectura de las Escrituras de su Iglesia o de las de otra" (7).
En el Bhagavad-Gita (VII, 21), Sri Krishna declara: "Si cualquiera impulsado por el amor busca con fe, de cualquier modo que sea, adorar una forma cualquiera (de Dios), yo soy el que promueve esa fe", y (IV, 11) "Sea como sea el modo con que los hombres se acercan a Mí, les premio, ya que el sendero que eligen desde cualquier lugar es el Mío" (8).
Tenemos la misma palabra de Cristo, que vino para llamar no a los justos sino a los pecadores (Mt. IX, 13). ¿Qué podemos deducir de esto sino, como dice San Justino, "Dios es la Palabra de la cual todo el género humano es partícipe y por la cual los que viven conforme a la razón son cristianos aunque se les cuente entre los ateos... Sócrates y Heráclito entre los bárbaros y Abraham y otros muchos". Así también el maestro Eckhart, el mayor de los místicos cristianos, habla de Platón (al que el musulmán Yili muestra en una visión "llamando al mundo con su luz") como un "gran sacerdote" que ha encontrado "el camino antes del nacimiento de Cristo". ¿Estaba equivocado San Agustín cuando afirmó que "lo que ahora llamamos religión cristiana no faltaba entre los antiguos desde el comienzo de la humanidad, hasta que Cristo vino en carne, después de lo cual la verdadera religión que ya existía comenzó a llamarse cristiana"? ¡Qué no hubiera retractado estas magníficas palabras y la sangrienta historia del Cristianismo se hubiera escrito de otro modo!
Hemos llegado a concebir la religión más como un conjunto de reglas de conducta que como una doctrina sobre Dios; menos como una doctrina sobre lo que debemos ser que sobre lo que hemos de hacer; y porque hay necesariamente un elemento contingente en cada aplicación de los principios a los casos particulares, hemos llegado a creer que la teoría debe diferir de la práctica. Esta confusión de las expresiones necesarias con los fines trascendentes (como si se pudiera alcanzar la visión de Dios a fuerza de palabras) ha tenido un desastroso resultado para el Cristianismo, tanto en un desarrollo interno como en su proyección externa.
Cuanto más se han entregado la mayoría de las iglesias al "servicio social", más ha decaído lo más importante de su influjo; una época que mira al monacato casi como una huida inmoral queda indefensa Y principalmente porque la religión se ha ofrecido al hombre moderno en términos nauseabundamente sentimentales ("sed buenos, dulces niños", etc.) y no ya como un desafío intelectual, es por lo que tantos se han rebelado pensando que eso "es todo lo que hay" en la religión. Esa insistencia en la ética (e incidentalmente, el olvido de que la doctrina cristiana tiene mucho que ver con la praxis, es decir, con la industria, con la creatividad, en una palabra, con todo lo que concierne directamente con la acción) es manejada por los escépticos; pues lo deseable y conveniente de las virtudes sociales es tan evidente que se siente que si esto es todo lo que la religión significa, ¿qué necesidad hay de introducir a un Dios para sancionar formas de conducta cuya conveniencia nadie niega? ¿Por qué necesariamente? Al mismo tiempo, este énfasis exclusivo sobre la moral y ese desprecio de los valores intelectuales (que en último término, según la doctrina cristiana ortodoxa, son los que sobreviven a nuestra disolución), invitan a la repulsa de los racionalistas, que sostienen que la religión nunca ha sido otra cosa que un modo de drogar a las clases inferiores y mantenerlas tranquilas.
Contra todo esto, la severa disciplina intelectual que un estudio serio de las religiones y filosofías orientales, incluso de las primitivas, exige, puede servir para un útil correctivo. La tarea de cooperación en el campo del estudio comparado de las religiones es de las que exigen la más alta competencia; si no podemos proporcionar lo mejor de nosotros para la empresa, sería más seguro no meterse en ella. Pronto va a llegar el tiempo en que será tan necesario para el hombre que se llama "culto" saber árabe, sánscrito o chino, como ahora lo es el leer latín, griego o hebreo. Y esto sobre todo en el caso de los que han de enseñar sobre las creencias de otros pueblos, ya que las traducciones existentes son muchas veces inadecuadas por diversas razones, y si vamos a saber si es verdad o no que todos los hombres creyentes han adorado hasta ahora y aún adoran al mismo Dios, aunque con nombre inglés, latino, árabe, chino o navajo, uno tiene que escudriñar los libros sagrados del mundo y no hay que olvidar que "sine desiderio mens non íntelligit".
Tampoco podemos emprender estas tareas de información por motivos interesados; lo mismo que en todas las demás actividades educativas, aquí el esfuerzo del maestro debe dirigirse al interés y al provecho del alumno, y no a lo bueno que él pueda hacer sino a lo bueno que pueda ser. La sentencia de que "la caridad empieza por uno mismo" no es precisamente una expresión de cinismo; más bien se emplea para demostrar que el hacer el bien es posible únicamente cuando somos buenos, y que si somos buenos haremos el bien, actuando o dejando de actuar, por la palabra o por el silencio. Hay una sana enseñanza cristiana según la cual el hombre tiene primero que conocerse y amarse a sí mismo, a su hombre interior, antes de amar a su prójimo.
Es lo que pasa con el alumno que por primera vez se introduce en nuestra concepción de la enseñanza de la religión comparada. Quedará aturdido por el efecto que sobre su concepto de la fe cristiana puede producir el reflexionar sobre doctrinas similares expresadas en otro lenguaje y por el significado de los que para él son extrañas e incluso grotescas formas de pensamiento. Siguiendo los "vestigia pedis", el alma, "en ardiente seguimiento de su presa, Cristo", reconocerá una modalidad de expresión del espíritu que llega hasta nosotros desde los pueblos cazadores de la Edad de Piedra; una doctrina caníbal en la de la Eucaristía y el sacrificio del Soma; y la teoría de los "siete rayos" del Sol inteligible en la de los siete dones del Espíritu y en los "siete ojos" del Cordero del Apocalipsis y de Cuchulaim. Puede encontrarse mucho menos inclinado que lo que está ahora a recelar ante las expresiones más audaces de Cristo o de San Pablo sobre la "ruptura entre el alma y el espíritu". Si se rebela contra el mandamiento de odiar "no solo a sus parientes más próximos sino incluso a su primera alma" y prefiere la expresión suave de la "Autorized Version" en la que "vida" reemplaza a "alma"; o si le gusta más interpretarla en el sentido ético de "negarse a sí mismo", aunque la palabra equivalente de negarse sea rechazar completamente; si él empieza ahora a darse cuenta de que el alma es polvo que vuelve al polvo mientras es el espíritu el que vuelve a lo que lo infundió, y que para los teólogos, tanto árabes como hebreos. este "alma" (nefesh, nafs) viene a ser la indivisión "carnal" en la que piensan los místicos cristianos, cuando afirman "que el alma debe entregarse a la muerte", que nuestra existencia (distinguiendo "esse" de "essentia", "génesis" de "housía", "bhu" de "as") es un crimen: y si relaciona todas estas ideas con las exhortaciones islámicas o indias a "morir antes de que mueras" y con la expresión paulina de "Vivo, pero no yo", entonces puede quedar menos inclinado a ver en la doctrina cristiana una promesa de vida eterna para un "alma" que se ha hecho concreta en el cuerpo, y mejor preparado para mostrar que las "pruebas" espirituales de la supervivencia humana, aunque válidas, tienen con todo valores religiosos.
La mentalidad del estudiante imbuido en ideas demoníacas, para el que el verdadero nombre de un "derecho sino" puede ser ininteligible, es probable que se revele agriamente si se da cuenta de que, como recuerda el profesor Bucker, "la auténtica noción del reino de Dios, en la tierra, depende de su revelación del sentido profundo de la realeza oriental", ya que puede haber olvidado, en su legítimo horror por toda dictadura, que la definición clásica de "tiranía" es la de "un rey que gobierna para su propio interés".
Y esto no es una presentación unilateral; no sería fácil exagerar la alteración que puede encontrarse en la estela del Cristianismo por un hindú o un budista cuando se les da la oportunidad de entrar en un contacto más íntimo con el tono de pensamiento que llevó a Vicent de Beauvais a hablar de la "ferocidad" de Cristo y a Dante a maravillarse de "la multitud de dientes con que el Amor muerde".
¿Contemplan unos un nombre y otros otro? Todos son indicios eminentes del transcendente, inmortal, incorpóreo Brahma: esos nombres son para ser contemplados, alabados y al fin negados. Pues por ellos uno penetra cada vez más profundamente en estos mundos; pero, "cuando todo llega a su fin, entonces toca alcanzar la Unidad de la Persona" (Maitrí Upaníshad). Quien conozca este texto y nada de la ciencia occidental, se sentirá sin duda movido a una cordial comprensión cuando sepa que los cristianos también siguen una vía affirmativa y una vía remotionis. Quien quiera que haya sido instruido en la doctrina de "liberación de los pares y los opuestos" (pasado y futuro, placer y dolor, etc., las Symplegadas del folklore) se conmoverá ante la descripción que hace Nicolás de Cusa del muro del Paraíso en el que Dios mora, como "construido de contradictorios", y por la que hace Dante de lo que está detrás de ese muro "sin polos y fuera del espacio" y "donde cada cosa y cada cual es irradiado". Todos tenemos que darnos cuenta con Jenofonte de que "cuando Dios es nuestro maestro, llegamos a pensar del mismo modo".
Pero hay tantos de esos hindúes y budistas cuyo conocimiento del Cristianismo y de los grandes escritores cristianos es virtualmente nulo como cristianos cultos cuyo conocimiento real de otras religiones, o incluso de la suya, es virtualmente nulo, porque nunca han imaginado que deben ser vividas esas otras creencias. Precisamente, como no puede haber real conocimiento de un idioma si no hemos participado, al menos imaginativamente, en las actividades que el idioma expresa, así no puede haber un conocimiento real de una "vida" si no la hemos vivido en cierto modo. El mayor de los santos indios modernos ha practicado realmente la doctrina cristiana y la islámica, es decir, ha adorado a Cristo y a Alá y ha encontrado que todo lleva a la misma meta. Podía hablar por experiencia de la igual validez de todas estas "vías" y sentir el mismo respeto por cada una, aunque prefiriendo para sí la única con la cual todo su ser concordaba por nacimiento, carácter y afición. ¡Qué catástrofe habría sido para sus compatriotas y para el mundo si se hubiera "hecho cristiano"! Hay muchos senderos que llevan a la cumbre de una misma y única montaña; sus diferencias serán más evidentes cuanto más abajo estemos, pero se desvanecen en la cima; cada cual querrá naturalmente tomar la que parte del punto en que se encuentra, el que rodea la montaña buscando otro no es un escalador. Nada nos autoriza a acercarnos a otro creyente para pedirle que se convierta en uno de nosotros, pero sí podemos acercarnos a él con respeto como a quien es ya uno de Aquello que es y de cuya belleza inalterable dependen todos los seres contingentes.
NOTAS
1. Sistema que interpreta a los dioses griegos como personalidades históricas. Su nombre proviene de Evemero de Mesina, contemporáneo de Alejandro Magno que, en su obra "Hiera anagraphe" (inscripciones sagradas), escrita como narración de un viaje, va indicando quiénes fueron en su origen humano los dioses. (N del T.).
2. Plutarco, "Isis y Osiris", 67 ("Moralia", 377). William Law, a continuación de la cita del texto, dice: "No hay una salvación para el judío y otra para el cristiano y otra tercera para el pagano. No, Dios es uno, una la humana naturaleza y uno el camino para la salvación, que es el deseo de orientar hacia Dios el alma". De hecho, esto se refiere al "Bautismo de deseo" o "del Espíritu" como distinto del bautismo de agua que encierra una pertenencia efectiva a la comunidad cristiana y sólo modifica el dogma cristiano de extra Ecclesiam nulla salus. El problema real es el del significado exacto de la palabra "Iglesia Católica"; nosotros decimos que ello no significa ninguna religión determinada, sino la comunidad o el conjunto de todos los que aman a Dios. Como dice también William Law, "El principal mal de una secta es éste: que se considera a sí misma como necesaria para la verdad, y la verdad se encuentra solamente cuando se sabe que no es propiedad de la secta, sino libre y universal como la divinidad de Dios y común a todas las denominaciones y pueblos como el aire y la luz de este mundo".
3. R. A. Nicholson, "Mystics of Islam", 1914, p. 105. También dice: "Si él (el adepto de determinada religión) comprende la sentencia de Junayd: el color del agua es el color de lo que contiene el agua, no se interferirá en las creencias de los demás sino que percibirá a Dios en cada forma y en cada creencia" (Ibn-al-Arabí).
4. Nicholson, "Studies in Islamic Mysticism", 1921, p. 159. Y "Desde entonces supe que no había muchos dioses para la adoración de los hombres, sino un único Dios que tenía muchos nombres y muchas formas, que es representado y nombrado según las condiciones aparentes de las cosas"
5. R. A. Nicholson, Diwani Sham-i -Tabriz, l898, p. 238;cfr. P. 221.V. Faridu´din Attar en el Coloquio de los Pájaros: Pues si bien hay diferentes caminos para hacer el viaje, no hay dos pájaros(almas) que vuelen del mismo modo. Cada cual encuentra su propio camino en esta ruta del conocimiento místico, uno por el significado del mihrab, otro a través del ídolo.
6. Sir George Birdwood, "Shiva", 1915, p. 28.
7. Sir Arunachalam, "Studies and Translations", Colombo, 1937.
8. Traducción de Sir George Grierson, 1908, p. 347.