No ha de darnos tregua este viaje.
No es cosa de andar con llanto y castigo.
Ya el desprecio es suficiente.
¿Para qué tanto perdón y mensajes que no devolverán?
De tanto en tanto me pregunto: qué metal les ha recubierto el cuero,
qué cuero les ha recubierto la piel,
qué piel los ha vestido,
No hay palabra, agujeta o abridor de lata que pueda meter cisura o rasguño.
Respiro profundo y me sigo inquiriendo.
Persisto centrado en símbolo: cruz, rosa, flama.
Ellos no están allí –tierra de lo consagrado- en ofensas,
desdenes, risas de hienas y declaraciones.
Camino con mi Señor y sólo en El renazco día a día.
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